Museo de la Memoria, Cipriani y la prensa de Babel


Por Rocío Ferrel


Pudimos leer con sorpresa, y hasta con indignación, las informaciones propaladas acerca de las declaraciones del cardenal Juan Luis Cipriani. Un titular de El Comercio indicó: “Cipriani: 'no es cristiano' ni reconciliatorio construir Museo de la Memoria”, lo cual provocó ácidos comentarios.


 
De titulares como este tendríamos que, aparentemente, el cardenal habría estado predicando algo totalmente contrario a la fe cristiana, pues basta revisar un poco la historia y la liturgia católicas para ver que los martirios y persecuciones, comenzando por los de Juan Bautista, Jesús y los mártires que desafiaron peligros en defensa de la fe, desde el imperio romano hasta nuestros días, no sólo tienen un lugar destacado en la historia, sino un lugar especial en la liturgia, que siempre los recuerda.

Pero revisando la grabación del programa del cardenal Cipriani en RPP, sobre sus comentarios al museo de la memoria, todo el escándalo desatado por la prensa no pasa de ser batahola; Cipriani no dijo que “’no es cristiano' ni reconciliatorio construir Museo de la Memoria”, ni se opuso a la construcción del museo, como se había difundido.

Para Cipriani no es cristiano tener una sola versión de los hechos y añadió que la memoria no sólo es esa etapa de la historia, sino épocas tan remotas como la de los incas. Tampoco cree correcto que sea una ONG o un grupo ideologizado el que imponga su criterio acerca de los hechos. También demandó no aceptar injerencias extranjeras y pidió más respeto para con nuestro país.

“La identidad de los peruanos es sumamente sagrada como para que un grupo, unos años, un partido o un país pretenda decirnos ‘en el Perú es así’. El Perú es muy grande, su gente maravillosa, tenemos defectos, pero no podemos simplificarlos al servicio de una ideología”, manifestó y solicitó que la construcción del referido Museo debe sea tratada serenamente y sin apasionamientos ideológicos.

“Serenar, calmar las aguas y no poner tanto deseo ideológico vestido de amor a la patria. Todas estas pasiones no son el mejor razonamiento para tratar a nuestro país con más respeto”, prosiguió el arzobispo de Lima, según nota de prensa de dicha institución.

En realidad se trata de observaciones que vale la pena tener en cuenta. El nombre “Museo de la Memoria” es inexacto y debería ser más bien un nombre alusivo sólo a la etapa de la historia que va a abarcar, es decir, de la lucha antiterrorista, por lo que el nombre podría ser “Museo de los crímenes de la época del terrorismo” o algo parecido. Y precisamente un país como el Perú, que tiene la historia más rica de América, no debería aceptar ese nombre reduccionista.

Por otro lado, hay que recordar que muchas de las personas que participaron en la Comisión de la Verdad y en las ONG que prepararon estos informes trabajaron a sueldo, en organizaciones que se resisten a la transparencia y que se niegan a publicar sus planillas doradas y detalle de sus gastos. De los financistas de sus ONG recibían la consigna de hablar sólo de las violaciones de derechos humanos cometidas por los militares, pero no del sufrimiento infligido a civiles y militares por parte de los terroristas, además, ¿habrían hecho ese trabajo sin ser pagados? Pero las ONG tienen el desparpajo de exigir transparencia, cuando no quieren dar detalle de sus gastos, no tienen pues autoridad moral.

De modo que hubo un interés evidente de los patrocinadores de las ONG para contar sólo un lado de la historia, y en algunos casos se llega al extremo de defender a terroristas, como lo hizo Aprodeh en Europa, yendo en contra no sólo del gobierno, sino del sentir la mayoría de peruanos, que rechazan el terrorismo.

Existen informes de inteligencia de Estados Unidos de esa época (Executive Intelligence Review, número de catálogo de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos 93-72332), donde se habla de defender a los terroristas porque convenía crear una situación de caos en el Perú, además, para destruir a las Fuerzas Armadas, y entregan nombres de peruanos que se prestaron a ese plan. El documento destaca por ejemplo la declaración de Carlos Boloña ante el Consejo de las Américas, donde les dice a los estadounidenses “que no se preocuparan, que a los militares peruanos se les tiene estrangulados económicamente y que no le darían el presupuesto que necesitan para vencer a Sendero”. Esta parte de la historia, por ejemplo, debería investigarse más, debemos conocer la vedad completa y la lista completa de traidores que fungen de líderes de opinión.

Como se ha visto, la historia de esa época está incompleta con el informe de la Comisión de la Verdad. Estos días hemos visto que algo se hace para corregir esta asimetría. Recién el ministerio de Defensa comenzará a realizar una recopilación gráfica sobre las víctimas militares de la lucha contra el terrorismo. Falta una recopilación de la verdad sobre las víctimas policiales, funcionarios estatales y ciudadanos comunes y corrientes que perdieron la vida o sufrieron otro tipo de daños personales y materiales.

En verdad no es cristiano tomar por verdad algo que representa sólo la mitad de la verdad, eso sería en la práctica una mentira.

Lo más cuestionable de las palabras del cardenal es criticar a los alemanes por su oferta, pues resulta impensable que el gobierno alemán se oponga a la inclusión de la historia completa, es decir, no sólo víctimas de violaciones de derechos humanos cometidos por las FF. AA., sino de todo tipo de víctimas. No es injerencia en asuntos internos esta propuesta, es una oferta que debe ser analizada y debería ser aceptada. Hay que tener en cuenta que Alemania mantiene viva, con enseñanza y en su ley, la memoria de las atrocidades cometidas por los nazis con el propósito de que esos hechos no se repitan. Desde este punto de vista, Alemania sí realizó un trabajo de reconciliación después de la barbarie, no debemos desaprovechar su experiencia.

Pero, así como se critica la parcialización de la historia en el caso de la época del combate contra el terrorismo, esperemos que haya interés por corregir la degradación de la historia que afecta la formación escolar, no es cristiano contar una falsa verdad que denigra al Perú, hecho que se perpetra intencional e impunemente (ver: ¡Infamia contra escolares al descubierto!, ¡Lavado cerebral a escolares promovido por Ministerio de Educación! y Chile pidió cambiar textos de la Guerra del Pacífico).

Esperemos que El Comercio y otros medios sean más serios informando o que, en todo caso, envíen a sus periodistas a tomar cursos de comprensión de lectura.