Alan García el pequeño

Por Juan Sheput
 

Alan García no necesita esforzarse para demostrar su pequeñez como gobernante. Gracias a medios de comunicación en exceso complacientes (con algunas excepciones) Alan García puede aparecer como un presidente promedio cuando está muy por debajo de la línea de cualquier presidente latinoamericano.

 

Demostrando que dista mucho de ser un estadista Alan García ha anunciado su abierta intervención en el próximo proceso electoral, para distorsionar el resultado de las elecciones. Él puede influenciar en el resultado electoral. Lo ha dicho con una desfachatez propia de un inimputable siendo lo más lamentable que sea celebrado por la misma corte empresarial que celebraba y aplaudía a Fujimori. De hecho ya algunos analistas han indicado que Alan García no se comportará imparcialmente en los próximos comicios: será el Gran Elector, es decir utilizará sin escrúpulos los recursos del Estado para movilizar los votos NO en función de lo que necesite el país sino en función de sus conveniencias particulares. En un sentido u otro NO respetará la democracia ni la voluntad popular.

A Alan García no le conviene, por ejemplo, que gane el próximo proceso electoral alguien como Alejandro Toledo u Ollanta Humala. Teme que se desate una ola persecutoria y que se destapen una serie de faenones que hoy a través de un sector de la prensa cómplice puede controlar. No es un temor al cambio de sistema el que motiva a Alan García sino una situación de preocupación personal.

Del año 1978 a la fecha el Perú ha tenido comicios impecables con Fernando Belaúnde, Valentín Paniagua y Alejandro Toledo. Alan García y Alberto Fujimori condujeron procesos irregulares pues recurrieron a todo para manejar el proceso electoral a su antojo. Ahora García anuncia su disposición a hacerlo nuevamente.

Y como demostrando de manera adicional que no está capacitado para gobernar, en horas de la noche dijo que no había dicho lo que dijo.

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