Unas fiestas patrias que han perdido la solemnidad

Por Juan Sheput


Si algo se puede asegurar de las presentes Fiestas de la Patria es su pérdida de la solemnidad. La política, como elemento fundamental en el desarrollo de los pueblos, se ha devaluado. No sólo ha perdido credibilidad, se ha convertido en valor deteriorado. Gracias al partido de gobierno y al presidente García, hoy la política es sinónimo de corrupción, engaño y genera desprestigio.


No hay ya en la celebración patriótica la solemnidad que antaño la acompañaba. Un Congreso que elige una Mesa Directiva compuesta por individuos cuestionados, con íntimos lazos con la corrupción. Con excepción de Luis Alva Castro, el resto de miembros de la directiva del Congreso no llega allí por su trayectoria sino por un simplista intercambio de prebendas.

Por otro lado el mensaje a la Nación que en unas horas debe pronunciar el presidente García, no genera expectativas por una sencilla razón: no despierta confianza. Si nos ceñimos a los mensajes pasados, cualquier cosa que diga no tiene credibilidad, porque el presidente no respeta la palabra que empeña ante la Nación a través de su mensaje al Congreso. Son suficientes unas horas para saber que no honrará lo que prometió. El presidente García puede decir lo que quiera. Se sabe de antemano que no cumplirá.

Así llegamos al inicio del cuarto año de gobierno del doctor Alan García. Hasta el momento son tres años perdidos entre promesas, discursos, voluntarismo y mucha, muchísima corrupción. Si gran parte de la ciudadanía repudia al actual "sistema", es porque ve la forma de actuar de sus protagonistas, entre ellos el propio doctor Alan García. Ya antes con su actitud perniciosa y dañina para la democracia García nos trajo a Fujimori. Hoy nos puede traer de vuelta a sus herederos.

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