Desalojos en Chimbote

¿Y ahora quién  sigue? ¿Los posesionarios de Chinecas o los empresarios de las fábricas harineras?

Por Antonio Luna Neyra

Hace unos días el Concejo Provincial del Santa presidido por la alcaldesa Victoria Espinoza, con apoyo de más de 2 mil efectivos de la PNP y la participación (por confirmar) de 150 pandilleros traídos de Lima, logró el DESALOJO de más de 5 mil comerciantes instalados en las calles del barrio El Progreso, donde, desde hace 30 años,  crearon EL MÁS GRANDE MERCADO  MAYORISTA Y MINORISTA DE CHIMBOTE.


Y si bien es cierto no hubieron muertes que lamentar, sí hubieron decenas de heridos,  daños materiales y cuantiosas pérdidas para los desalojados. Pero, lo más lamentable y difícil de reparar, es LA PÉRDIDA DE  MILES  PUESTOS DE TRABAJO de personas humildes, sostén de sus familias y piezas importantes en cualquier proyecto de ordenamiento y modernización del comercio de la ciudad de Chimbote.

De nada valieron las súplicas y los ruegos constantes de los pobres mercaderes para que las autoridades ediles   les otorguen  3 meses más de tolerancia para trasladarse a sus nuevos puestos de venta que iban a construir en sus terrenos  de Dos de Mayo. ¡SE VAN DE INMEDIATO! Fue la  respuesta contundente de las autoridades, dispuestas a recuperar las calles de El Progreso y el “principio de autoridad”, cueste lo que cueste.

En estos momentos, después de la faena del domingo 18, las autoridades municipales deben sentirse felices y satisfechos y deben estar sacando pecho por el éxito del operativo policial y el logro del objetivo con el que todos los chimbotanos se identificaban, incluso los propios invasores, pero tenía un punto crucial de controversia: CUANDO Y COMO LOS COMERCIANTES DEBÍAN ABANDONAR El Progreso.  

Finalmente, como era predecible, prevaleció la peligrosa y temeraria política de “el fin justifica los medios” en su versión más autoritaria y violenta, convertida hoy en el recurso predilecto de muchas autoridades que dicen cumplir con  su “deber”. Por eso, es prudente preguntarnos  después del violento desalojo de los comerciantes ¿Quiénes siguen ahora? ¿Los pequeños posesionarios de CHINECAS? O ¿Los grandes empresarios de las fábricas pesqueras, viejos invasores de nuestra ciudad?

Todo Chimbote sabe que el tan recurrente principio de autoridad, el tan obstinado afán por utilizar la violencia y el  tan repentino  interés por el orden de la ciudad,  exhibidos por las autoridades de la MPS contra los  débiles,  se empequeñecen o desaparecen, como por arte de magia, cuando se trata de ordenar la ciudad y defenderla de la grave contaminación que emana de las pestilentes y nauseabundas fábricas pesqueras.  

En este caso, las autoridades municipales se acobardan, se hacen de la vista gorda, silban mirando arriba, y a los dirigentes del Frente de Defensa les tiemblan las canillas y les dan ganas de ir al baño para hacer sus necesidades. Pretenden, vanamente, ignorar el foco infeccioso más perjudicial para la salud de los chimbotanos y el ordenamiento de la ciudad,  originado por  los humos, deshechos y olores contaminantes de las obsoletas fábricas pesqueras, instaladas en medio de la población  hace ya más de 40 años.

No son conscientes que miles de niños, adultos y ancianos soportan desde hace décadas la impureza del  ambiente y sufren las enfermedades que ocasiona. Que desde el segundo gobierno de Belaúnde (80-85) se viene postergando el traslado de las fábricas pesqueras. Que la mayoría de ellas ni siquiera cuentan con el PAMA. Que la mayoría de industriales pesqueros no han aportado ni aportan al bienestar y desarrollo de Chimbote. Que son responsables de la mayor contaminación ambiental de la bahía y la ciudad, de la más  irracional depredación de los recursos pesqueros y de la más trágica pauperización de  pescadores y jubilados.

Sin embargo, mientras que para estos parásitos de la pesca hay tolerancia por décadas y largos años,  para los pobres comerciantes tres meses es demasiado. Y mientras que a los que convirtieron en mendigos a los pescadores les perdonan multas, clausuras y desalojos, para la gente del pueblo le imponen “el principio de autoridad”. Mientras que para los más grandes contaminadores del medio ambiente  hay impunidad, para la gente humilde hay multa y cárcel por botar un poco de basura a la calle. Mientras que para los tiburones de la pesca no hay violencia, para la gente pobre hay palos, balas y bombas lacrimógenas.

Felizmente, cada día más chimbotanos se vienen dando cuenta que lo que necesita Chimbote son autoridades que gobiernen para todos, que sean justos y honestos, que tengan las agallas de salir en defensa de la pesca, de pescadores y jubilados, de la siderúrgica y de los siderúrgicos, de CHINECAS y de sus posesionarios, que estén dispuestos a combatir a los malos empresarios y a los funcionarios corruptos, es decir, autoridades que defiendan los auténticos intereses  de Chimbote y velen por su verdadero bienestar y desarrollo. Es lo mínimo que se le puede exigir a una autoridad.

Estoy seguro que si una autoridad honesta ordena, alguna vez, el DESALOJO DE LOS EMPRESARIOS HARINEROS que invadieron nuestra ciudad, no necesitará de policías ni pandilleros, porque el pueblo mismo acudirá con mucho gusto a las fábricas a sacar de las orejas a los infractores de la Ley, pésimos empresarios que se han enriquecido gracias a la contaminación, la depredación, el empobrecimiento de los chimbotanos y el apoyo de las malas autoridades.