La maquinita y las nuevas burbujas


Por Humberto Campodónico


En su último informe, el FMI dice que la recuperación económica mundial sigue siendo desigual y, además, frágil (1).


Es desigual porque las tasas de crecimiento son muy bajas en los países industrializados (PI), al contrario de las altas tasas de los países emergentes (PE) y los países en desarrollo (PED). Cifras al canto: el crecimiento de la economía mundial será 4.8% en el 2010, pero los PI solo crecerán 4.8% contra el 7.1% de los PE y los PED. En el 2011, el crecimiento económico mundial bajará al 4.2%.

¿Esto significa que ha llegado ya el momento del “desacoplamiento” de los PE y los PED de los PI, o sea que los primeros se van por su camino de crecimiento mientras los segundos se quedan varados en el camino? Algunos piensan que sí y muestran cifras que nos dicen que dentro de poco los PE y los PED superarán el 50% del PBI mundial y que ya, hoy, su contribución al crecimiento de la economía mundial supera el 75%.

El FMI es más cauto pues dice que si en los PI el crecimiento fuera muy lento, o se detuviera, a los PE les sería muy difícil desacoplarse. ¿Por qué? Porque una parte importante de su crecimiento se debe a las exportaciones que realizan a los PI, lo que implica que el sustento interno del crecimiento no es aún capaz de garantizar un “desacople” definitivo.

Es frágil porque en los PI, donde ya ha terminado el estímulo fiscal del 2009, aún no se ha producido la transición a un crecimiento liderado por el sector privado. En otras palabras, el sector público ya le dio la posta al privado, pero éste corre muy lentamente o, en el peor de los casos, se ha quedado parado en su sitio.

Lo más preocupante es que “si los PI no pueden contar con una demanda privada fuerte, tanto nacional como extranjera, entonces les va a ser muy difícil alcanzar la consolidación fiscal. Y el aumento de la preocupación de los mercados por el riesgo soberano (peligro de que no paguen su cuantiosa deuda, interna y externa) puede fácilmente descarrilar el crecimiento”.

Grave problema, no cabe duda, sobre todo cuando apreciamos, por ejemplo, que el déficit fiscal de los EE. UU. alcanza el 10% del PBI, cifra que se va a mantener por varios años. Como los EE. UU. financia buena parte de ese déficit fiscal emitiendo bonos del Tesoro, el peligro es que, en algún momento, los acreedores (entre ellos, chinos y japoneses) pierdan la confianza y vendan esos bonos a cualquier (bajo) precio.

Para salir de esta situación, el Banco Central (el Fed) ya no puede bajar la tasa de interés (está en 0% real) para estimular la inversión y la demanda. Por tanto, quiere pasar al “relajamiento cuantitativo”, que consiste en que el Fed compre —con dinero creado por la misma Fed— toda una serie de activos financieros, como bonos del gobierno y de las empresas, hipotecas, así como activos de los bancos y otras instituciones financieras. Por tanto, provee de liquidez a los agentes económicos.

Para Nouriel Roubini, esta emisión inorgánica (en Perú se le llamó cariñosamente “la maquinita”) no va a solucionar el problema: “los bancos en los  EE. UU. están sentados en un billón de dólares de reservas (un trillón, en inglés) y, sin embargo, no están prestando. Los problemas de la economía son de solvencia de los hogares, de las empresas y de los bancos y no problemas de liquidez. No creo que el “relajamiento cuantitativo haga la diferencia” (Bloomberg, 15/09/2010).

Por tanto, dice Roubini hay que recapitalizar esos sectores, lo que es diferente a “darles más dinero”. Y agrega: “si se sigue con la política de dinero barato (tasa de interés 0 y “maquinita”), en algún momento se van a formar burbujas de activos (precios de las materias primas, por ejemplo) y de créditos (incluye el riesgo de las deudas soberanas), lo que ya está ocurriendo efectivamente en algunas partes del mundo, como en los países emergentes”.

Así las cosas, parece que entramos a una nueva etapa de la crisis sistémica, que ya lleva en sus alforjas más de 210 millones de desempleados en todo el mundo, la mayor parte en los PI.

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