Una maquinita no hace verano, pero sí burbujas

Por Humberto Campodónico


Comenzaron las apuestas para saber a cuánto ascenderá la emisión de dólares que decidirá el Banco Central de los EE. UU. pasado mañana miércoles para tratar de reactivar la economía. Esta será la segunda vez que se pone en marcha la “maquinita”, pues desde agosto del 2008 el valor de los activos financieros (sobre todo bonos del Tesoro e hipotecas basura) que compró el Fed para enfrentar la crisis pasó en pocos meses de US$ 600,000 millones a US$ 2.2 billones (trillones en inglés, ver gráfico).


Así, por ejemplo, el Bank of America dice que el Fed comprará bonos por US$ 1 billón adicional, mientras que Sy Harding, de la revista Forbes, estima que serán US$ 1.5 billones. De su lado, Goldman Sachs Group habla de US$ 2 billones. Las compras serán a plazos y el miércoles el Fed compraría US$ 500,000 millones.

Así las cosas, los “securities” comprados por el Fed ascenderían a un total de US$ 4 billones, el 30% del PBI. Lo que quiere decir que habrá “dólares como cancha” buscando un lugar donde estacionarse.

Cuando el Fed compra bonos, lo que hace es poner liquidez en las cuentas bancarias de los vendedores, a la vez que —por efecto de la propia compra— se reduce el rendimiento de los bonos. El objetivo es desincentivar el ahorro y promover la inversión y el gasto para reactivar la economía.

Muchos critican esta política porque no va a tener el deseado efecto reactivador. Argumentan que los bancos están llenos de dólares y ya las tasas de interés están en cero, pero, aun así, no se están otorgando préstamos (los economistas le llaman la “trampa de la liquidez”). Agregan que este “relajamiento” debió darse hace meses (cuando ya se veía que otra vez se desaceleraba la economía con el fin del Plan Estímulo).

Pero, cuidado, si bien la maquinita puede no reactivar la economía, sí va a tener fuertes impactos en la inflación, provocará un menor valor del dólar (dando lugar a guerras comerciales) y hará que aumenten los precios de los commodities.

Una mayor inflación podría ser uno de los objetivos del Fed, pues así se “licúa” el valor del stock de la deuda pública (y también privada), algo que ya ha sido sugerido por reputados economistas y académicos (FMI: se le cae la estantería, www.cristaldemira.com, 24/02/10) y que en el Perú conocemos bien.

De su lado, los inversionistas ya han anticipado la nueva emisión, invirtiendo masivamente en la Bolsa de Valores, que en octubre ha subido fuerte (el Dow Jones pasó de 10,000 a 11,000 puntos en setiembre y octubre). Lo mismo con el gran aumento de las inversiones en los mercados de “commodities”, elevando los precios de los productos agrícolas y los minerales.

Países como el Perú, que tienen tasas de interés positivas y libre entrada y salida de capitales, van a atraer los dólares de la maquinita, que se van a sumar a la sobreoferta producto del superávit de la balanza comercial y de la cuenta de capitales. En síntesis, va a “llover sobre mojado” porque la presión a la revaluación del sol está aquí desde hace tiempo.

Veremos si las medidas que ya tomó el BCR son suficientes o si tiene que aplicar políticas explícitas de control a la entrada de capitales golondrinos, como ya lo ha hecho Brasil. Lo que equivale a decir que, salvo efectos políticos ligados a la campaña electoral, habrá dólar barato para rato.

A nivel de los EE. UU., una maquinita no hace verano reactivador y, por el contrario, va a inflar nuevas burbujas, que reventarán tarde o temprano. También está sobre la mesa el impacto recesivo que van a tener los drásticos recortes fiscales en Europa y si, en este contexto, China y los emergentes pueden reemplazar a las ex locomotoras los EE. UU. y Europa. Si eso no sucede, nuestra actual bonanza, que se apoya en los altos precios de los commodities, también va a sentir los impactos exógenos. Veremos qué pasa.

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