El gas, una batalla de largo aliento

Por Gustavo Espinoza  M. (*)


La batalla por la recuperación del gas, en el Perú, ha comenzado y empieza a tomar forma en la medida que se promueven nuevas iniciativas y se incorporan diversos segmentos a la lucha.


Como se recuerda, los yacimientos del Gas de Camisea pasaron a ser parte del escenario político peruano durante la primera administración del Presidente García, entre 1985 y 1990.

En ese entonces, sin embargo, el gobierno aprista no pudo salirse con la suya, ofertar el gas a diestra y siniestra y suscribir los convenios que quería para entregarlo a los consorcios foráneos.

Fue en ese momento la bancada parlamentaria de Izquierda Unida la que libró las principales batallas, sobre todo en la Cámara de Diputados, pero también en el Senado.

Hizo carne una consigna sugerente: "Camisea, si; pero como sea, no". Y fue posible entonces bloquear distintas iniciativas procedentes del Ejecutivo que daban por hecho la suscripción de convenios para la exploración y la explotación del gas peruano.

Fue después, bajo el fujimorato que el gobierno central avanzó en sus propósitos, atado como estaba a los grandes intereses de las multinacionales. 

La débil presencia de la izquierda en el Congreso y la ruptura de la unidad en el campo popular, opacó significativamente la resistencia a tales proyectos, y así fue como la empresa española Repsol pasó a ubicarse como la principal  interesada en la materia.

En todo ese periodo, los medios de comunicación al servicio del Imperio no hicieron otra cosa que enrostrar a los líderes de la izquierda de entonces el que no se haya avanzado en la suscripción de convenios de este orden.  

Pero fue ahora, durante la segunda administración García, que esa ofensiva mediática tomó fuerza y llevó al régimen a crear los mecanismos más apropiados para que la empresa Repsol, y otras, avanzaran en sus proyectos destinados a succionar la riqueza nacional.

El reflujo de veinte años de la izquierda —que comienza a recuperarse lentamente por la fuerza combativa de los trabajadores y el pueblo— permite retomar esta lucha que tiene importancia estratégica para nuestro país. Para el caso, los especialistas peruanos han tomado la iniciativa.

Y es que cada vez el país es más consciente que, si en el siglo pasado la batalla principal se libró por el petróleo, en el nuevo siglo se librará por el gas, el combustible más significativo del presente y del futuro.

Humberto Campodónico, uno de los más calificados voceros en la materia dijo ya el 28 de julio del año 2004, verdades que hoy cobran significativa importancia::

"Para el ciudadano, el gas de Camisea es importante por varios motivos. Primero, porque se abaratarán las tarifas eléctricas (de hecho, este proceso ya comenzó) debido a que el gas natural (que utilizará la central de Ventanilla) produce electricidad más barata que el diesel. También se usará para el transporte vehicular y, más adelante, llegará a las viviendas (para cocina, agua caliente y calefacción). Para los industriales, el gas permitirá reemplazar el diesel y el petróleo residual en el proceso productivo (hornos), lo que abaratará sus costos. Y, también, se pueden poner en marcha otros proyectos, como petroquímicos, que permitirían el llamado eslabonamiento hacia adelante. El gas es también una importante palanca para la descentralización, por varios motivos. Primero, la Región Cusco va a recibir entre US$ 40 y 50 millones anuales por canon. Además, la reciente modificación de la ley del canon establece que el 10% del canon le corresponde al municipio donde se produce el recurso, lo que es una buena noticia para las comunidades indígenas de la zona de Camisea, antes siempre olvidadas. También es importante que una cantidad adicional del canon se destine a las regiones por donde pasan los ductos, lo que está en discusión en el Congreso. Estos recursos irían a regiones pobres como Ayacucho y Huancavelica, beneficiando también a Ica y Cañete"

Lamentablemente las autoridades del gobierno no han tomado para nada en cuenta eso, y se han dedicado a beneficiar a los consorcios foráneos sin reparar en las, apremiantes necesidades nacionales.

Por eso, el gas ahora desaparece del mercado interno o su precio sube ostentosamente quedando fuera del alcance del consumo regular de las personas.

Hoy se sabe, en efecto, que el balón de gas en nuestro país cuesta cuatro veces más que en Venezuela, tres más que en Colombia y dos veces más que en Bolivia y Chile.

Eso, sólo puede atribuirse a la irresponsable política de quienes tuvieron en sus manos los acuerdos del gas y se niegan a revisarlos hoy.

Para los próximos días, a partir del martes 27 de julio se ha previsto el inicio de una larga jornada de lucha en el sur peruano.

En Puno, Madre de Dios, Apurimac y Cusco tendrán lugar Paros y movilizaciones de trabajadores y campesinos en demanda de revisión de los contratos gasíferos. En Arequipa, Moquegua y Tacna tendrán lugar, luego, acciones similares.

En Lima comenzaron ya las actividades orientadas a promover la opinión ciudadana. Y el lunes 26 tendrá lugar una marcha social y una ceremonia de "lavado de la bandera", convocado por los sindicatos.

Iniciativas loables, sin duda, que ayudarán a poner las cosas en su sitio y alentarán a otros a sumarse a tan importante batalla.

Es posible que en las primeras acciones no se registre una adhesión plena. Es probable que a un inicio, no participen en las luchas todas las fuerzas y sectores que debieran intervenir en una definición tan trascendente. Pero el gas, es también una bandera que puede ser levantada por todos.

Urge incorporar a sectores democráticos, patrióticos, nacionalistas; civiles y uniformados; hombres y mujeres; jóvenes y viejos; ateos y creyentes; todos deben unirse en esta lucha que debe expresarse de los modos más diversos.

No todos pueden asistir a marchas o mítines, pero sí pueden hablar, escribir, leer y pensar, cuatro recursos indispensables en la coyuntura.

Pronunciamientos formales de sindicatos, de organizaciones sociales, instituciones, partidos políticos y otros deben ser expresiones cotidianas de un sentimiento que crece en el país y que se multiplica.

Y es que el gas, es más que un recurso. Es también un modo de preservar la independencia nacional, la soberanía del Estado y los derechos inalienables de todos los peruanos. (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / www.nuestra-bandera.com