Balance de políticas energéticas en América Latina


Por Humberto Campodónico


En los últimos 20 años la Región ha pasado por dos reformas en el sector energético. La primera, a principios de los 90, tuvo como eje la liberalización y la desregulación de los mercados y un énfasis en la modernización de las empresas estatales petroleras. A diferencia de lo que sucedió en otros sectores, la mayoría de los países no privatizó sus empresas estatales, con la excepción de Argentina, Bolivia y Perú.


A principios del nuevo milenio, coincidiendo con el alza de los precios internacionales del petróleo, varios países de la Región tomaron diversas medidas para captar una mayor porción de la renta petrolera, lo que incluyó renacionalizaciones y cambios de contratos petroleros (alza de regalías, mayores impuestos). Otros países modernizaron sus empresas estatales, crearon nuevas agencias de contratación petrolera e impulsaron fuertemente las inversiones de las empresas estatales.

La inversión en hidrocarburos de las empresas estatales supera largamente a la inversión extranjera directa (IED), si bien ésta ha aumentado en algunos países, como Argentina, Perú, Trinidad y Tobago y Colombia. De todas maneras, la IED sigue siendo minoritaria en la Región en su conjunto.

El consumo de gas natural se incrementó fuerte en los últimos años. Además, de Argentina, país pionero, ahora Colombia, Bolivia y Perú producen cantidades mayores destinadas al consumo interno. Bolivia exporta importantes cantidades de gas natural a Brasil y Argentina (vía gasoducto), mientras que se construyeron 5 gasoductos transandinos entre Argentina y Chile a fines de la década del 90. Recientemente, Colombia comenzó la exportación de pequeñas cantidades de gas a Venezuela.

La importación de Gas Natural Licuado ha sido el rubro de mayor crecimiento, instalándose terminales de regasificación en México, Argentina, Brasil y Chile y se plantea un nuevo terminal en Uruguay. La importación de GNL responde a la necesidad de obtener un suministro confiable, debido a problemas surgidos entre Chile y Argentina (por falta de reservas del último) y entre Bolivia y Brasil (respecto al precio de exportación). El único país exportador de LNG de la Región es Trinidad y Tobago, al que se acaba de unir Perú, país que, sin embargo, no tiene las reservas suficientes para abastecer a su mercado interno.

En las energías renovables, no se ha avanzado mucho en la construcción de centrales hidroeléctricas, a pesar de que la Región cuenta con un potencial muy importante. Tampoco ha avanzado la producción de otras fuentes, tales como la energía eólica y la solar, manteniéndose estancada la energía nuclear (en Argentina y Brasil).

Sí han avanzado los biocombustibles (etanol y biodiesel) en Brasil, seguidos por Colombia y Argentina. Una cantidad importante de países ha adoptado leyes para promover su consumo interno y, también, la exportación. Su producción ha generado importantes debates, debido al mayor uso de tierras agrícolas parea este fin, motivo por el cual la CEPAL ha planteado la creación de Tableros de Comando, que permitan un manejo comprensivo e integrado de este recurso.

En la eficiencia energética (que tiene como objetivo reducir la cantidad de energía consumida por cada unidad de producto), los avances son magros. Se necesita un mayor esfuerzo gubernamental y acceso a fuentes de financiamiento.

En integración energética, los países también han pasado por dos fases claramente diferenciadas. La primera, llamada de Integración Energética Hemisférica, tenía como enfoque la liberalización de los mercados y una dimensión continental. Esta política rigió hasta principios del nuevo milenio. La segunda, desde fines de los 90, está más ligada a los objetivos de los Estados en el marco de la Comunidad Sudamericana de Naciones. Pero carece aún de objetivos e instrumentos claros que le permitan avanzar hacia la integración energética.

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