Premio para Iglesias, el traidor

Por César Lévano

Alan García ha decidido trasladar los restos de Miguel Iglesias a la Cripta de los Héroes. Es un homenaje al general que lanzó el Manifiesto de Montán que daba por un hecho la derrota del Perú en la guerra del Pacífico y aceptaba la mutilación de nuestra patria.

En esos momentos, Andrés Avelino Cáceres, al mando de un ejército compuesto en gran parte por indios, asestaba derrota tras derrota a los Chilenos, y, según los propios invasores, estaba a punto de alterar el curso de la guerra. El comandante peruano Julio César Guerrero, que trabajó con el ejército alemán, señalaba que los organizadores del Ejército Rojo chino habían estudiado las operaciones guerrilleras de las fuerzas de Cáceres.

Iglesias no se limitó a pactar con el enemigo. Se convirtió en aliado de este. Por orden del presidente Chileno Federico Santa María, Patricio Lynch, el verdugo de Chorrillos y Miraflores, consiguió dinero para que Iglesias se armara contra Cáceres.

El 10 de julio de 1883 se enfrentaron en Huamachuco los ejércitos de Cáceres y del Chileno Gorostiaga, enviado por Lynch para apoyar a Iglesias. La batalla de Huamachuco produjo la única derrota de Cáceres, pero brindó el ejemplo del joven héroe Leoncio Prado. Iglesias envió una comisión especial para felicitar a Gorostiaga por su triunfo contra los peruanos.

Dos meses y medio después, se acordaron en Ancón los términos de la paz, que cedían suelo peruano.

Hay que recordar en ese trance la actitud del presidente Francisco García Calderón, eminente jurista, quien se negó a aceptar la cesión de territorio peruano, y fue enviado prisionero a Chile. Allá, en Valparaíso, nació su hijo Francisco García Calderón Rey, el futuro autor de Le Pérou contemporain. Los testigos señalan que ese niño tuvo por cuna una jaba de frutas.

Iglesias es traidor no sólo por haber reconocido una derrota que no estaba decidida, no sólo por aceptar concesiones territoriales abusivas, sino también por haberse convertido en socio militar de un ocupante que destruía ciudades, profanaba centros de cultura como la Biblioteca Nacional y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Cierto es que antes de su felonía, Iglesias había tenido un honroso papel frente a los invasores. Pero su papel ulterior fue el de un colaboracionista, para emplear el término que los franceses aplican a los que se sumaron a los nazis que ocupaban su país, principalmente al mariscal Henri Philippe Pétain.

En la primera guerra mundial Pétain había sido héroe de la batalla de Verdún que duró de febrero a diciembre de 1916, y produjo la baja de 434 mil alemanes y 543 mil franceses. En la guerra mundial II se convirtió en cómplice de los invasores y verdugo de su pueblo.

Después, le aplicaron pena de muerte, luego conmutada por cadena perpetua.