Tentación autoritaria en Europa

viktor orban

...Víktor Orbán

Por Xavier Caño Tamayo*

Tribunales con menos competencias, jueces sin independencia. Apartados los periodistas críticos. Un consejo de medios informativos que puede prohibir la publicación o emisión de noticias y opiniones. Una ley electoral que beneficia al partido del gobierno para que se eternice en el poder. Se alimentan pasiones populacheras con discursos patrioteros y xenófobos...

 

¿Hitler en Alemania, años treinta? No, Hungría de Víktor Orbán en 2011; Hungría miembro de la Union Europea. Una Unión que no reacciona ni mueve ficha ante la aparición clara de un gobierno autoritario en Europa.

Pero Hungría no es el único país de deriva autoritaria. En la Rusia de Putin se detiene a los opositores, las elecciones están trucadas, se acosa a las ONG críticas, aumenta la violencia policial y la brutalidad del ejército, el poder judicial está maniatado, hay ejecuciones extrajudiciales y desapariciones, la sociedad civil está controlada, aumentan los delitos racistas... Da igual si Putin es primer ministro o presidente; él y su partido tienen el poder, no lo piensan abandonar y el resto ni chistar o a la cárcel.

Las derivas hacia el autoritarismo las encontramos también en otros países con fama de democráticos. Como ha escrito Josep Ramoneda, “en  Europa, el racismo, la xenofobia y el fascismo ya forman parte de los discursos políticos”. Y pudimos comprobar en Austria e Italia esos ramalazos autoritarios xenófobos. En el caso italiano incluso con declaraciones de alcaldes de la coalición berlusconiana alardeando de que su política sigue los valores del fascismo, como ha recordado también Ramoneda. Y en demasiados actos políticos, más brazos en alto con el saludo fascista.

En el Reino Unido, un ministro laborista de Blair amenazó con reformar la Convención de Derechos Humanos europea si los jueces de ese tribunal no adaptaban sus sentencias a la política antiterrorista de su gobierno. Ese sujeto, Clarke de nombre y ministro de Interior con Tony Blair, llegó a decir que “si los jueces no entienden ese mensaje y no tomaban las decisiones adecuadas, los políticos tendrán que cambiar las cosas”.

Hitler, Mussolini y Franco también pensaban así.

Que los británicos han perdido el norte democrático lo muestra que un ciudadano puede ser detenido por llevar una pancarta en el centro de Londres con la frase de Orwell: “Decir la verdad es un acto revolucionario”. Ha ocurrido.

No solo los británicos. Wolfgang Shaüble, ministro del Interior en un  anterior gobierno de Ángela Merkel, llegó a proponer ejecuciones selectivas de sospechosos de terrorismo. No de terroristas condenados en firme, sino de sospechosos. Pero, además de tal muestrario autoritario (más amplio que lo expuesto) y de la lucha contra el terrorismo como excusa para pasarse los derechos humanos por el forro, está la política económica de la Unión Europea. Esa política que viola derechos de millones de ciudadanos por orden e intereses de quienes no tienen mandato electoral alguno.

¿Quién ha elegido a Merkel y Sarkozy para mangonear la Unión Europea como les conviene? ¿Quién ha elegido a otros mandatarios que hacen y sobre todo deshacen las vidas de la ciudadanía europea? ¿Qué ciudadanos han elegido a los primeros ministros de Italia y Grecia? ¿Qué ciudadanos han elegido al presidente del Banco Central Europeo que les joroba la vida?

Como ha escrito Joaquín Estefanía, “se ha roto el sueño de Europa con libertades y un modelo social envidiado, sustituido por una Europa antisocial dirigida por fuerzas a las que llamamos mercados. El poder compensatorio del Estado y de lo público para limitar los efectos nocivos y paralizadores ha sido quebrado por el poder económico privado. Y eso cuestiona la esencia de Europa y de la democracia”.

Exaspera esa “democracia” tan indirecta en la que los únicos elegidos en comicios (los diputados de los países) y sobre todo los gobiernos de ellos emanados han creado una red de designaciones  y acuerdos en flagrante traición del contrato electoral con el que se presentaron ante la ciudadanía. Aquí no hay nada de democracia.

Y, para más inri, los medios de comunicación absolutamente cómplices de la estafa neoliberal tienen la cara dura de decir o insinuar que quienes gobiernan en América Latina en beneficio de la ciudadanía y no de las minorías son autoritarios. Cuando lo cierto es que donde acecha y se instala el autoritarismo es en Europa. De momento sin camisas pardas ni camisas negras ni partidas de la porra, pero todo se andará.

*Periodista y escritor, Centro de Colaboraciones Solidarias