Por Ubaldo Tejada Guerrero*  

Los gastos militares tienen en el mundo actual un doble papel: por un lado constituyen la base para el desarrollo de la guerra como instrumento de dominación política por excelencia a través de la fuerza de las armas y por otro, se trata de una peculiar producción de mercancías.

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La expansión del gasto militar contemporáneo no puede entenderse si no se examinan las peculiaridades de las guerras y de la producción de armamentos como mercancías en el capitalismo.

En estos días de tensión mundial en el medio oriente, buenos deseos y demás que, en buena parte, nos llegan desde los USA, con su Santa Claus y toda esta estúpida parafernalia  que a los yankis parece que les gusta tanto,  es bueno recordar que este gran país, por si solo, se gasta en dispendio militares mas que todos los países juntos, es decir: Estados Unidos (623.000.000.000 $ por año), mientras el resto sumado (500.000.000.000 $ por año).

El clima internacional de tensión y violencia generado por la política agresiva de las potencias imperialistas y sus gendarmes regionales, las agresiones y presiones directas o indirectas para desestabilizar o destruir procesos revolucionarios y defender intereses neocoloniales, los conflictos regionales muchas veces alentados por esos mismos intereses, son los principales factores que han contribuido a la incorporación de los países del Tercer Mundo a la carrera armamentista.

Estados Unidos es, además, el principal exportador de armas, al vender al exterior más del doble que Rusia, su competidor más próximo, señala el diario The Wall Street Journal, que cita datos del Instituto de Investigaciones para la Paz (SIPRI) con sede en Estocolmo, Suecia.

La perspectiva de una u otra evolución económica se ensombrece si se tiene en cuenta la actual coyuntura bélica en ciernes (CLAIRMONT, 2009) donde el mundo se ve hoy amenazado por una conflagración de inconmensurables proporciones producto de la irresponsable amenaza de empleo del arma nuclear para satisfacer los intereses expansionistas norteamericanos en el Medio Oriente, lo que pone en peligro la existencia misma de la humanidad.

Con posterioridad al 11 de septiembre del 2001 que la administración republicana de George W. Bush encontró el argumento ideal para lanzar una guerra contra el terrorismo supuestamente asentado en Afganistán, pero que tendría como verdadero objetivo el dominio del Medio Oriente como principal región productora de petróleo del mundo y como los principales antagonistas a liquidar Irak e Irán, países ambos que se enfrentaban de diversa forma a los intereses norteamericanos y a las grandes empresas transnacionales petroleras, a lo que se añadiría Afganistán, cuyas riquezas naturales no han pasado inadvertidas para los propósitos expansionistas de Norteamérica.

Con el fin de alcanzar sus objetivos el gobierno de Estados Unidos ha gastado entre el 2001 y el 2009 1,08 billones de dólares en la llamada guerra contra el terrorismo.

Consecuentemente con su política de dominación mundial, a partir del 2001 los gastos militares de Estados Unidos a precios constantes del 2005 se incrementaron pasando de los ya mencionados 361,3 mil millones de dólares en el año 2000, a 626,2 mil millones en el presente año, lo que representa un crecimiento del 73,3% y una proporción del PIB que evolucionó en este período de un 3% al 4,9% (US GOVERNMENT, 2010).

En el año 2000 se había alcanzado un presupuesto superavitario equivalente al 2,5% del PNB, pero la deuda había crecido hasta 5,6 billones, un 58% del producto de ese año. Sin embargo, esta situación entró en un proceso de crecimiento descontrolado del gasto público con la administración de George W. Bush y ya al cierre de su mandato dejaba un gasto militar equivalente al 4,3% del producto, un déficit presupuestario del 3,2%, y una deuda pública que creció un 77%, llegando a 9,9 billones de dólares.

La administración de Barack Obama lejos de revertir esa tendencia o al menos frenarla, ha llevado a niveles record el desbalance de las cuentas públicas norteamericanas. De tal modo, en el 2010 el déficit fiscal llegará a 1,6 billones, un 10,6% del PNB, pero la deuda se habrá elevado a 13,8 billones, un 94,3% del producto y dos veces y media más elevada que hace 10 años (US Government, 2010 y US Statistical Abstracts, 2009).

En las proyecciones de la Casa Blanca para el 2015 se incluye una reducción del presupuesto de defensa del 12% (US Government, 2010).[13] No obstante, la viabilidad de estas propuestas resulta muy cuestionable, ya que no son compatibles con la lógica de funcionamiento del capitalismo estadounidense en la actualidad.

Un elemento de importancia en el negocio de las armas es la exportación a otros países, negocio que permite recuperar rápidamente la inversión con altas ganancias. Las principales ventas se realizaron a países que constituyen la punta de lanza de Estados Unidos en diferentes regiones del mundo como Israel, Corea del Sur, Taiwan, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. También adquieren cantidades importantes de armamento las llamadas economías emergentes como China, la India y Brasil, así como países en desarrollo de nivel medio como Turquía y Suráfrica.

Para muchos observadores, incluidos los del Instituto de Estocolmo, la primera potencia imperial es, sin sorpresa, el país con mayores gastos en armamento del mundo. Los egresos de ese país multiplican con creces los de China (100 mil millones de dólares), Francia (64 mil millones), Reino Unido (58 mil millones), Rusia (53 mil millones) y Japón (52 mil millones).

Finalmente, compañías transnacionales de los EE .UU., junto con las petroleras y las corporaciones de servicios, son al final los ganadores en las invasiones y ocupaciones militares, como de los conflictos actuales y potenciales en Medio Oriente y en todo el planeta.

*  Analista Global. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.