Tras el escándalo suscitado por un obispo alemán, a quien el Papa suspendió por construirse una mansión millonaria, el Romano Pontífice se refirió al episcopado en una ceremonia realizada en el Vaticano.

Fue durante la ordenación  en la basílica de San Pedro a dos nuevos obispos: monseñor Giampiero Gloder, presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica y monseñor Jean-Marie Speich, nuncio apostólico en Ghana. El Santo Padre leyó la homilía ritual, prevista en el Pontifical Romano para las ordenaciones episcopales, añadiendo algunas reflexiones personales, reportael servicio de información de la Santa Sede.

“Cristo, en el ministerio del obispo, sigue predicando el evangelio de la salvación y santificando a los creyentes mediante los sacramentos de la fe, dijo... El episcopado es, efectivamente, el nombre de un servicio, no de un honor. La tarea del obispo es más la de servir que la de dominar, según el mandamiento del Maestro: 'Aquel que entre vosotros es el más grande, se haga como el más pequeño. Y quien gobierna, como el que sirve”.

Después invitó a los nuevos obispos a “anunciar la palabra en toda ocasión: oportuna y no oportuna”... y a que “mediante la oración y la oferta del sacrificio por vuestro pueblo” obtuvieran “de la plenitud de la santidad de Cristo la riqueza de la gracia divina”. El Papa recalcó la frase “mediante la oración” y añadió: “¿Os acordáis del primer conflicto en la Iglesia de Jerusalén, cuando los obispos tenían tanto trabajo para proteger a las viudas y a los huérfanos y decidieron nombrar a los diáconos? ¿Por qué? Para rezar y predicar la Palabra. Un obispo que no reza es un obispo que se queda a mitad del camino. Y si no reza al Señor acaba en la mundanidad”.

El servicio y la oración del obispo deben ir acompañados del amor. “Amad con amor de padre y de hermano a todos los que Dios os confía -insistió el pontífice- Sobre todo, amad a los presbíteros y a los diáconos. No hagáis nunca esperar a un presbítero; ¿os pide una audiencia? ¡Responded inmediatamente!. Estad cerca de ellos. Pero amad también a los pobres, a los indefensos, a todos los que necesitan acogida y ayuda. Exhortad a los fieles a cooperar en la tarea apostólica y escuchadlos de buen grado”.

Por último, Francisco exhortó a los prelados a prestar viva atención a “todos los que no pertenecen al rebaño de Cristo, porque también ellos os han sido confiados por el Señor. Rezad tanto por ellos. Acordaos de que en la Iglesia Católica, reunida en el vínculo de la caridad, estáis unidos al Colegio de los obispos y tenéis que llevar con vosotros la solicitud de todas las Iglesias, socorriendo generosamente a las que más lo necesitan”.