En la localidad de Polovínkino del distrito Starobelski, en la región de Lugansk, comenzó la investigación de los crímenes cometidos por los miembros del grupo nacionalista ucraniano Aidar en una prisión secreta, lugar donde torturaban a los milicianos y a aquellos que consideraba simpatizantes con las milicias populares.

 

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Por el momento se desconoce la razón por la cual los radicales eligieron una antigua fábrica de cárnicos para sus planes macabros, convirtiendo el inmueble, situado en un lugar apartado, en una especie de campo de concentración, rodeado de puntos de control.

UN AHUMADERO INFERNAL

El lugar más "cómodo" y siniestro de la antigua fábrica de salchichones para mantener a los reos era el ahumadero, ubicado en el sótano del local, construido años atrás para unos fines más pacíficos. Allí los nacionalistas mantenían durante semanas y meses a sus víctimas. El ahumadero cuenta con unas cámaras separadas, con rejillas en la parte superior, a través de las cuales los carceleros podían observar a sus prisioneros o incluso rociarlos de vez en cuando con agua fría.

Cada sección del ahumadero mide 80x150 centímetros, las personas se veían obligadas a permanecer allí agachadas o acostadas. En el suelo pueden verse colchones y trapos en los que dormían los reclusos. En invierno en las cámaras no había ningún tipo de calefacción.

Ahora los investigadores y expertos forenses de Lugansk buscan en la improvisada prisión restos del ADN de las víctimas, algunos documentos que indiquen la identidad de los prisioneros y de sus torturadores.

"No excluimos que en algún lugar cercano pueda hallarse una fosa común de las víctimas", dijo a la agencia Sputnik la primera vice ministra de Exteriores de la República Popular de Lugansk, Ana Soroka, jefa de la organización Memorial.

Según la funcionaria, las autoridades de Lugansk sabían hace mucho tiempo de la existencia de esa prisión, así que reunieron los testimonios de quienes pasaron por sus mazmorras. Cuando la policía tomó el control del distrito de Starobelski, los empleados de Memorial llegaron de manera inmediata al inmueble.

"ELLOS NO NOS CONSIDERABAN SERES HUMANOS"

La recopilación de pruebas la dificulta el hecho de que varios milicianos que pasaron por las celdas del ahumadero estén ahora en el frente. La enfermera Oksana K., que también estuvo en cautiverio, murió posteriormente a causa de las heridas que le causaron y de las enfermedades contraídas, pero existe un vídeo con sus testimonios brindados antes de fallecer.

Hasta el año 2014 Oksana era directora de una agencia de viajes de Lugansk, luego se unió a las milicias. Muy pronto fue capturada en el área de la ciudad de Maush, junto con tres compañeros de armas.

"Vi a esos (...), no puedo llamarlos personas, porque están zombificados. Están zombificados desde la mañana hasta la noche", dijo Oksana al referirse a sus torturadores en una grabación realizada en 2015, que se encuentra en manos de Memorial.

Según las declaraciones de la mujer, los miembros de Aidar percibían a los presos como "una carne semimuerta", que podían golpear y maltratar a su antojo. Los radicales le rompieron a Oksana un pómulo durante una golpiza, además a causa del frío ella se enfermó de los riñones.

"Ellos no nos consideraban seres humanos", aseguró Oksana, quien perdió durante su cautiverio de dos meses unos 9 kilos, agregando que cuando le tiraban un trozo de pan, ella debía comérselo poco a poco, pues nunca sabía cuándo le volverían a dar de comer.

Oksana confesó que sobrevivió solo gracias a que tenía día y noche la mente fija en sus tres hijos, que la estaban esperando en la ciudad de Lugansk.

PARA DIVERTIRSE LE HACÍAN "COSQUILLAS" CON UN PUNZÓN A LOS PRISIONEROS

El testimonio de Oksana lo confirman los recuerdos de Alexéi, alias Tiji (Silencioso), quien también fue miembro de las milicias y después estuvo confinado en una de las celdas del ahumadero.

"La golpeaban a la par que a los hombres, o la golpeaban más (...) Por alguna razón, a Oksana la golpeaban más que a nadie (...) Cuando la vimos, estaba irreconocible", aseguró el exprisionero.

Según Alekséi, él nunca creyó que se podía ser tan cruel y tan sanguinario como los carceleros de Aidar, quienes en calidad de diversión se entretenían haciéndoles "cosquillas" con un punzón a los "separatistas".

"Eso no deja huellas, solo pequeños puntos en las costillas (...) Pero las sensaciones no son nada agradables. Luego entra un médico, te pone una cura, para que no se infecte. Dentro de dos o tres días ellos vienen nuevamente, con el mismo pasatiempo", denunció Alexéi.

Para el exprisionero, las torturas ni siquiera perseguían el objetivo de descubrir alguna nueva información, pues los milicianos ni siquiera disponían de ella. Desde el primer día los radicales sabían que ninguno de ellos tenía grados militares.

"Era simplemente una vejación (...) Eso era solo un entretenimiento, pues no tenían nada que hacer", subrayó Alexéi.

Según el antiguo recluso del ahumadero, a la madre de un menor, que junto con el padre intentaba evacuarse a la ciudad de Kiev, la amenazaron con matar al niño ante sus ojos. Después esa familia fue liberada, pues pagó un soborno de 10.000 dólares.

Alexéi cuenta además como los carceleros violaban a las mujeres, le robaban el dinero y las propiedades a los hombres, en particular, los automóviles, y todas esas personas luego desaparecían del ahumadero.

El miliciano permaneció en la siniestra cárcel 33 días, y más tarde fue intercambiado en el marco del canje de prisioneros con la parte ucraniana.

 

Con información de Sputnik