evo morales 11Por Tankar Rau-Rau Amaru (*)

Las elecciones de Puno de estos días me recuerdan a los comicios de Bolivia de 2005. Toda la oligarquía del vecino país, encabezada por Estados Unidos, se unió esa vez en una sola fuerza para echar abajo el proyecto de liberación nacional (en democracia) que encabezaba el dirigente cocalero nacido en las punas de Orinoca, en el municipio de Andamarca (Oruro). Prosperaron como nunca los ataques de los medios de información masiva, manejados por los áulicos de los dueños de Bolivia. Anunciaban unos la hecatombe de Bolivia porque según ellos Evo era violentista, enemigo del diálogo, y podía traer la destrucción de la Nación. Decían otros que Evo promovía la siembra de la coca y, por tanto, era narcotraficante. Otros, que caminaban contra el curso de la Historia, llegaban más lejos: decían que cómo es posible que un indio con ojotas sea presidente, y peor un indio que nunca pisó una universidad. Evo resistió a pie firme todos los ataques con la serenidad que le caracteriza, porque es un dirigente que para ser acero tuvo que pasar por el fuego de las luchas gremiales. Diseñó junto con Alvaro García Linera un proyecto histórico desde el corazón de los pueblos kechwa-aimaras y desde las organizaciones sociales, y ganó las elecciones. En su desesperación la oligarquía acudió a un último recurso: promover la guerra civil desde la Media Luna, con un trasfondo separatista. Tampoco pudo. Desde entonces, Evo ha triunfado siete veces en las urnas. En los recientes comicios obtuvo el 60% de los sufragios y venció en ocho de los nueve departamentos del país, incluyendo por primera vez a Santa Cruz, un bastión opositor donde en 2002 cosechó apenas el 3% de los votos. Y después de ocho años de gobierno nacionalista, los resultados son más que espectaculares.

Carlos Miguélez Monroy*
 
Hace unos días, un tribunal estadounidense condenó a cuatro empleados de una empresa militar por la matanza de 17 civiles desarmados. Nicholas Slatten, de 30 años, abrió fuego contra la multitud en la plaza Nisour para que pasara un convoy con altos cargos de la Autoridad Provisional de la Coalición. Vivirá en una cárcel estadounidense el resto de sus días. Los otros tres se enfrentan hasta a 30 años de cárcel.

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