Hacia una sociedad gangsteril
Por Xavier Caño Tamayo (*)
En un hotel de los cayos de Florida, coinciden un oficial, que vuelve de Europa tras la segunda guerra mundial, y Johny Rocco, gángster deportado de Estados Unidos que regresa clandestinamente. El soldado hace una pregunta retórica en un momento de tensión del filme: “¿Qué quiere Rocco?” Y él mismo se responde: “Quiere más”. El gángster lo confirma: “Eso es, quiero más”. El soldado pregunta de nuevo: “¿Alguna vez Rocco tendrá bastante?” Y Rocco aclara: “Nunca tengo bastante”. Estas historias para no dormir sólo se explican por actitudes y actuaciones que retrata John Huston en su película de gángsteres, Cayo Largo. Lo malo es que eso sucede hoy impunemente cuando la FAO (agencia de la ONU contra el hambre) anuncia que en 2007 aumentó en 50 millones el número de hambrientos. Y cuando la reciente reunión del G8 da la espalda a África, incumpliendo compromisos adquiridos en cumbres anteriores, dejando que campen hambre, sida, malaria y tuberculosis… por no invertir 50.000 millones de dólares. ¿Demasiado? Los países ricos han aportado en los últimos seis meses un billón de dólares para salvar a grandes bancos que se habían metido en problemas por su mala cabeza y su codicia.