Pena de Muerte, eros encadenado y exterminado

ahorcado_desertor_aleman.jpgpor Guillermo Olivera Díaz* 
 
1.      La índole sexual del que comete una abominable  violación de un niño, a veces su propio hijo, más que con la pena —de todo jaez—  tiene que ver con la erección penial  -penes de todo calibre, carácter  y  circunstancia-, que escapa a su voluntad por ser producto de un complicado proceso.

Privando la vida o  privando  la  libertad  del  feroz autor  no cambia su eros generador ni el resto de su esencia,  cuya  raíz  y  perfil  corren profundos a partir del nacimiento o antes.  La sociedad inícua termina por envilecerlos.
 
Antes de la moderna pena privativa de libertad (solo locomotiva), cuyo origen se remonta al siglo XVI, ya hubo pena de muerte para todos los casos (sin  proceso penal alguno); no obstante los sodálites del entonces eran coetáneos.
 
2.      Es  que  las  penas  no resocializan  sino  desocializan.  La llamada  desviación  sexual, de haberla en el origen de la violación, seguirá torcida, tal cual es.
 
El  penado  a  carcelería  tiene un  nuevo  problema: pierde su libertad de desplazamiento. Es ilógico pensar que para que aprenda a vivir en libertad, hay que privarlo precisamente de esa libertad, tal cual si quisiéramos formar pilotos de avión sin  manipular aviones.
 
3.      ¿El  efecto  o  la  causa?.-  La etiología de la imbricada cuestión bio-psico-social, culpable de la eclosión criminal, no se resuelve con penas de ningún tipo.
 
La de muerte, llamada también pena capital,  predilecta para Keiko Fujimori, a pesar de neófita en Derecho Penal y ser la negación de estadista, extingue a alguien, pero deja intactos a los que vendrán y habría que proseguir exterminándolos.
 
El eros, la codicia, los celos, el lucro que prohija el sistema neoliberal corrupto y que mantienen con su molicie y protagonismo los Fujimori, Toledo, Alan García, Castañeda o Kuczynski, etc., quedan incólumes, tal como proliferan hoy en día en el ser humano y en la sociedad.
 
La de privación de libertad, costosa para el que no delinque, encierra por 10 años ó más al infractor, a cuyo término el liberado regresa a su punto de inicio (a veces peor, pues la no querida prisonización lo perfecciona), se ha convertido en mera postergación de oportunidad de infracción.
 
A la comunidad entera le resultaría igual ser atacada el año 2011 ó  el 2016, más adelante el 2021 o incluso desde adentro.
 
¿No es acaso visible que Alberto Fujimori organiza y perfila la ponzoña electoral desde la cárcel, tal como otros malhechores?  Pone a su hija Keiko, a su hermano Santiago, a su simplón hijo Kenyi, a su médico Aguinaga, a su enfermera privada Gina, a su abogado Souza, a su publicista Carlos Raffo y a otros serviles (contador, guardaespaldas, etc.) de candidatos a la Presidencia y al Congreso, aunque después se arme la tole tole entre ellos.  ¡Todos sabemos quién pagará la inmensa planilla cada fin de mes!.
 
4.      Por esta lacerante realidad se yergue mi crítica al Derecho Penal, sin proponer ninguna otra pena como pretendida  solución. Mis reflexiones simplemente me sustraen del autoengaño. No sigo a pie juntillas a renombrados penalistas como Claus Roxin, Gunther Jacobs o Winfried Hassemer.  Sigo la orientación de mis propios recovecos mentales, aunque influido por amorfa savia ajena.
 
 
Hasta una nueva sociedad, que pienso y anhelo,  gozará de nuevas contradicciones criminogenéticas. El crimen que corrompe, viola, asesina, estafa y saquea al país desde el gobierno estará por ahí, aunque  metamorfoseado. Sin embargo, lucho por esa novedad que los más pobres avizoran.
 
Deploro sí la infame carnestolenda electoral que montan las caras conocidas que pretenden el poder político, hasta por reelección, pese a carecer de reputación impoluta. Estiran la mano manchada y la “plata les llega sola”,  a cambio de vicepresidencias y candidaturas congresales.
 
Por nuestra parte, jamás hemos ofrecido dinero alguno por llegar a la Corte Suprema, al Congreso de la República o al Decanato del Colegio de Abogados de Lima regalando lapiceros o almanaques por una firma de adherente o un voto de elector. Gozamos de aversión a esa vileza.

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http://www.voltairenet.org/article168479.html