El 24 de mayo de 2024, en una reunión de alto nivel previa a la Asamblea Mundial de la Salud (AMS o WHA) (del 17 de mayo al 1 de junio de 2024, en Ginebra, la dirección de la OMS y los delegados clave de los países miembros decidieron abandonar el Tratado sobre Pandemia, por ahora, debido a que no tendría ninguna posibilidad de obtener votos para su aprobación en la WHA la próxima semana. En cambio, decidieron discutir en la WHA qué hacer a continuación.
Los medios hablan con suavidad, o no mencionan en absoluto del gran problema de una posible tiranía sanitaria que estos acuerdos podrían significar para el mundo. Más bien, dicen que las conversaciones deben continuar, porque el mundo necesita una “red de seguridad” para futuras pandemias, señala en un artículo Peter Koenig.
La OMS quiere tratar a los países soberanos como si no fuesen capaces de hacer frente a las enfermedades y otras catástrofes de forma independiente. ¿Qué fines se esconden tras esas pretensiones? Ya vimos que las vacunaciones contra el COVID-19 fueron un negocio multimillonario para industrias farmaceúticas como Pfizer y Moderna, pero la gente ya sufre las consecuencias: muertes por infarto y otros males cardiacos, derrames, turbocáncer, esterilidad, etc.
Hay que tener en cuenta, recuerda Koenig, que la prioridad número uno de los globalistas seguirá siendo una reducción masiva, pero enorme, de la población mundial actual de 8.100 millones. Esta fue una razón clave para la agenda fraudulenta de Vax, y se impulsaría aún más en virtud del nuevo Tratado sobre Pandemia y el RSI revisado.
Aquellos que presionan y han estado presionando por un gobierno mundial y con creciente intensidad desde el inicio de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y el Gran Reinicio del Foro Económico Mundial (FEM), también quieren una Salud Mundial.
Sus intentos buscan que el Director General de la OMS, ahora Tedros Adhanom Ghebreyesus, tenga poderes para decidir sobre la pandemia y las medidas preventivas o curativas que se deben tomar pisoteando la soberanía de cada país.
Cada vez más naciones entienden lo que eso significa para su sistema de salud y no solo para su economía, especialmente si miramos hacia atrás a los bloqueos innecesarios de covid y otras medidas impuestas que destruyen la economía y la sociedad, que causaron quiebras a diestra y siniestra, pero no tuvieron ningún impacto sobre la reducción de la enfermedad.
Lo que hizo el covid y sus “medidas” tiránicas es trasladar capital desde la base y el centro (pequeñas y medianas empresas) hacia la cima, hacia los multimillonarios, las principales instituciones financieras (Blackrock/Vanguard, Wall Street et al) y empresas tecnológicas, hasta los llamados Siete Magníficos (Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia, Tesla).
Esta tendencia ha continuado especialmente ahora que los ricos y poderosos tienen acceso a la Inteligencia Artificial (IA) para acelerar el cambio de capital. Pero los empresarios y los políticos también se han dado cuenta y se han vuelto cautelosos ante la destrucción desenfrenada de sus economías, lo que los hizo más alertas a cualquier cosa que provenga de la OMS y el FEM.
Lo que puede haber sido el detonante del gran despertar es que la propia OMS, cuyo Tratado sobre Pandemia y Reglamento Sanitario Internacional (RSI) severamente revisado, no cumplió con sus propias reglas constitucionales, es decir, enviar el borrador final de estos documentos cruciales en 4 meses antes de la Asamblea Mundial de la Salud a los 194 países miembros, es decir, a más tardar el 27 de enero de 2024.
Esto no sucedió y no ha sucedido hasta hoy.
Mientras tanto, 49 senadores republicanos estadounidenses han escrito al presidente Biden, solicitando no firmar el tratado/RSI; y 22 fiscales generales de sus respectivos estados de EE. UU. han declarado firmemente que sus estados no cumplirían ninguna de las reglas impuestas por estos tratados.
Sólo eso es un mensaje contundente, procedente de Estados Unidos y que puede haber influido en otros países que dudaban entre sí y no, para rechazar la propuesta de la OMS.
Lo que sucederá a continuación es mayoritariamente especulación, advierte Koenig. Como se señaló antes, la AMS probablemente dedicará una buena parte de la próxima semana a debatir “qué sigue”, para no perder el impulso. Está claro que no quieren perder la oportunidad. Está arraigado en el carácter del Culto Oscuro que pretende reinar sobre el mundo.
El próximo paso puede ser que lleven los tratados/acuerdos a la Asamblea General de la ONU en septiembre en Nueva York, para suscitar un debate más amplio.
Lo que vendrá está por verse. Pero lo importante es no sentarse pensando que todo ha terminado, esto no se ha acabado, señala.
“Esta gente no se detendrá. Nosotros, el Pueblo, DEBEMOS salir de estas organizaciones y empezar de nuevo, cualquiera que sea la forma que adopte. Pero ya no confiamos en nuestros gobiernos y sus brillantes instituciones: el Foro Económico Mundial, la OMS, las Naciones Unidas, las Finanzas, la Industria Farmacéutica y especialmente los “Siete Magníficos”. Manténgase alejado de esto último por completo: no necesitamos un mundo totalmente digitalizado y esclavizante para la humanidad, nunca”.
Peter Koenig es analista geopolítico y execonomista principal del Banco Mundial y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde trabajó durante más de 30 años en todo el mundo. Es autor de Implosión: un thriller económico sobre la guerra, la destrucción ambiental y la codicia corporativa; y coautora del libro de Cynthia McKinney “Cuando China estornuda: del bloqueo del coronavirus a la crisis político-económica global” (Clarity Press – 1 de noviembre de 2020).
Peter es investigador asociado del Centro de Investigación sobre la Globalización (CRG). También es miembro senior no residente del Instituto Chongyang de la Universidad Renmin de Beijing.
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