Una hecatombe ha provocado el frío en la ganadería de camélidos, ovinos y vacunos del país. El Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) ha informado el 5 de agosto que los animales muertos de frío llegan a 912.300. En el momento en que escribo pueden ser ya un millón. La mayoría son finas alpacas. Hay, además, 508 mil animales enfermos.

alpacas nieve

 

Esta es una desgracia sin par en nuestra historia. Por supuesto, Ollanta Humala y su corte parecen no haberse enterado. El mensaje presidencial del 28 de julio no dijo ni jota sobre la tragedia.

Espantosa es la situación creada por las nevadas, que golpean sobre todo a los campesinos pobres. El régimen se preocupa solo por las pobrecitas mineras transnacionales.

El problema afecta también la despensa nacional: significa menos carne y menos leche para la población. Pero en Palacio y los palacios están bien abastecidos.

Las ocho regiones altoandinas dañadas nos hacen ver, a contraluz, lo que ocurre en otras regiones ganaderas del mundo: la Patagonia argentina y chilena, Alaska, la Europa nórdica, la Siberia rusa, donde las heladas y nevadas duran en promedio seis meses, pero no causan muerte alguna.

Hace pocos años, cuando la televisión mostró a niños de Puno, apenas calzados con ojotas, caminando sobre la nieve y muchos de ellos morían de frío, una amiga europea me dijo: “En Suecia hay un frío más intenso que en Puno, pero ningún niño muere de frío”.

El secreto es la alimentación, la ropa abrigadora, la vivienda adecuada. En otras palabras: la previsión.

Pero nuestros gobiernos creen que basta el asistencialismo. Carecen de visión y previsión. ¿Se habrán preguntado alguna vez cuánto costaría dar calzado protector a los niños de la altura fría?

Ocurre que los gobiernos, los científicos, los tecnólogos, los asesores y los productores de países fríos han desarrollado estrategias que nuestros burócratas deberían estudiar. Ante el friaje de 2013, la revista Agronoticias recomendó:

-Selección y adaptación de razas resistentes al frío extremo.

-Mejoramiento masivo de los pastos naturales para mayor riqueza nutricional, así como lucha contra parásitos que prosperan en el frío.

-Reforzamiento de los rebaños, con vacunas, vitamina y minerales.

-Defensa de forrajes y agua, cuando la nieve cubre las fuentes, en lugares del mismo campo.

-Refugios especiales para los reproductores más valiosos.

-Asistencia técnica permanente a los ganaderos.

Señor gobierno: los ganaderos de altura no son de la gran minería, pero también merecen atención.

Diario Uno, 09.08.2015

 

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