Por Raúl Allain (*)

En muchos sentidos el Perú es un contrasentido. En los últimos años los analistas internacionales acuñaron el epíteto de “milagro peruano” para referirse al crecimiento económico sostenido del país y su liderazgo en Latinoamérica.

Muchas corporaciones trasnacionales se afincan aquí para hacer negocios prósperos,  y frecuentemente se inauguran enormes “malls” y centros comerciales que brindan el espejismo de un país aparentemente en alza.

Sin embargo, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) todavía hay por lo menos 1,2 millones de peruanos que viven en situación de pobreza extrema y que no pueden disfrutar de lo que las estadísticas pregonan. Crece el desempleo y muchos siguen viendo en la venta ambulatoria una salida para la sobrevivencia.

En la otra orilla hay una campaña permanente, desde el Estado y el sector privado, para difundir las maravillas de la gastronomía peruana en el mundo. Una gran tradición culinaria, matizada con la comida fusión, restaurantes sofisticados y excluyentes que ofrecen platillos por cien soles, mientras un gran sector opta por la comida chatarra o el caldo sin presa de tres soles.

Pero en contraste con el hecho de creernos un paraíso gastronómico, en el Perú hay un índice preocupante de desnutrición crónica infantil. Según cifras del INEI el año 2017 terminó con 12.9% de desnutrición en niños menores de cinco años. Las tasas más altas están en Huancavelica (31,2%), Cajamarca (26,6%), Loreto (23,8%), Pasco (22,8%), Apurímac (20,9%) y Ayacucho (20%).

Asimismo, nos vanagloriamos de ser el mejor destino turístico y de hecho nos sobran razones por la enorme cantidad de lugares arqueológicos, históricos y naturales. Pero subyacen problemas de violencia social, delincuencia, crímenes, maltrato infantil y trata de personas.

A esto se suma la lacra de la corrupción en las altas esferas de gobierno, que genera millonarias pérdidas. Al respecto, Pablo Macera ya lo dijo en sus estudios sobre la lumpenización del país. Al mismo tiempo creemos que tenía razón Jorge Basadre al decir que el Perú es un problema y posibilidad, no obstante la frase atribuida a Antonio Raimondi (que al parecer nunca la dijo) sigue resonando: “El Perú es un mendigo sentado sobre un banco de oro”.

 

Raúl Alfonso Allain Vega. Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud y director del sello independiente Río Negro.

 

 

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