La reactivación de la Quebrada del Diablo por las intensas lluvias de estos días trajo destrucción, y refresca la memoria sobre un macabro hecho durante la chilenización de Tacna, período de terrorismo que perpetró el enemigo chileno por 50 años para intentar borrar la nacionalidad peruana en Tacna y evitar que se reincorpore al Perú.
Huaico en la Quebrada del Diablo, febrero 2020. Foto: Radio Uno
Hace aproximadamente un siglo, cuando Tacna padecía la presencia de las fuerzas de ocupación chilenas y aplicaban el terror, el abuso, los asesinatos y las desapariciones durante la chilenización, los chilenos querían atemorizar a los peruanos para que se vayan de Tacna abandonando todo, y que no puedan votar en el plebiscito a favor de que Tacna retorne al Perú, de tal forma que sólo voten los chilenos pobres que trajeron del sur de Chile para quedarse con las propiedades de los peruanos a cambio de votar a favor de que Tacna siga en poder de Chile.
Así, cotidianamente perpetraban actos de terrorismo y abuso: asesinaban a profesores por enseñar Historia del Perú (haste el presente los chilenos socavan la enseñanza de la Historia del Perú), expulsaban sacerdotes, perseguían a la prensa, prohibían el izamiento de la bandera del Perú, y además todos los días obligaban a los escolares a mirar un montón de cadáveres de tacneños que resistieron a los chilenos, entre otros actos de barbarie salvaje.
Fue en esas circunstancias que se activó la Quebrada del Diablo, hecho muy raro, que sucede cada 100 años aproximadamente, pero que no esperaban los chilenos. El agua desenterró y desplazó los cadáveres de hombres, mujeres y niños peruanos torturados y asesinados por las fuerzas de ocupación de Tacna, lo que permitió a la población reconocer a sus familiares, sobre los cuales las autoridades chilenas les habían informado que los habían dejado en Sama, antigua frontera con el Perú.
Uno de los casos más tristes el de José Gambeta Correa y su hijita de ocho años, que fueron encontrados con signos de haber sido torturados y sepultados amarrados con alambres.
Tacna y el Perú nunca olvidan a los mártires del cautiverio, que fueron torturados y asesinados por el sólo hecho de no querer renunciar a la nacionalidad peruana y por querer votar en el plebiscito a favor de que Tacna retorne al Perú.
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