Herbert Mujica Rojas

“No se oyó una sola exclamación, ni el grito más insignificante. Sellados todos los labios por un compromiso de honor, permanecieron mudos. Y en medio de aquel silencio extraño y enorme que confundía, impregnaba asombro y causaba admiración, la bandera levantada muy arriba, avanzó lentamente por en medio de aquel océano de cabezas descubiertas.

 

torre catedral Tacna 1929

Torre de la catedral de Tacna en 1929, año de la reincorporación de Tacna al Perú, cuando la reconstrucción pudo ser continuada. La bandera peruana flameó después de 50 alos de cautiverio, debido a que el terrorismo chileno prohibió izarla.

Pasó la bandera y detrás de ella, como enorme escolta, avanzó el pueblo entero y aquella procesión sin música ni exclamaciones, siempre en silencio, siempre majestuosa, recorrió imponiendo respeto y casi miedo, los jirones más céntricos de la ciudad cautiva¨. Federico Barreto

El 28 de agosto de todos los años, la ciudad de Tacna y el Perú entero, celebramos con hondo fervor su reincorporación al seno de la Patria. Luego de la Batalla del Alto de la Alianza, llevada cabo el 26 de mayo de 1880, el ejército invasor ocupó la Heroica Ciudad, que desde esa fecha vivió un extenso cautiverio que se prolongó por casi medio siglo, sin abdicar jamás a la nacionalidad peruana.

El patriotismo de los tacneños resistió las presiones de los usurpadores, a pesar de que entre los años 1910 y 1925, todos los jóvenes en edad militar, fueron obligados a dejar los territorios ocupados. Posteriormente, cuando se propuso un Plebiscito, volvieron cientos de tacneños para colaborar en las tareas de registro y emitir su voto para mantener la peruanidad de Tacna.

Así se llegó al año 1929, en que se desempolvó una vieja fórmula no aceptada por nuestros dirigentes y que consistía en la cesión territorial. Estas negociaciones que serían las últimas, duraron casi ocho meses, teniendo como protagonistas al presidente Leguía y al plenipotenciario chileno en Lima Don Emilio Figueroa Larraín.

La propuesta oficial para la solución del problema de Tacna y Arica la ofreció el presidente norteamericano Herbert Hoover el 15 de mayo de 1929, dicho pacto entraría en deliberaciones y fue el punto de partida para la firma del Tratado de Lima. Por este acuerdo, suscrito en la capital peruana el 3 de junio de 1929, los territorios de Tacna y Arica fueron divididos en dos partes: Tacna para el Perú y Arica para Chile.

Para la reincorporación, el presidente Leguía nombró en Lima una delegación presidida por el Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Pedro José Rada y Gamio; Chile por su parte acreditó al Intendente de Tacna Don Gonzalo Robles y al Gobernador de Arica Don Alberto Serrano. La delegación peruana conjuntamente con fuerzas policiales, maestros y funcionarios, se embarcaron en el ¨Mantaro¨, saliendo del Callao el sábado 21 de agosto.

En Tacna una gran multitud se había dado cita para recibir a la Delegación Peruana; a las 5 de la tarde los autocarriles llegaron a la estación donde un gran público, brindó cordial bienvenida a los representantes de la comitiva. La recepción tuvo características excepcionales, la ciudad estaba totalmente embanderada, pese a que la tela para confeccionar banderas se había agotado en todas las tiendas de comercio.

En las primeras horas de la mañana del 28 de agosto de 1929, los delegados de Chile y Perú sostuvieron conversaciones para acordar los puntos y detalles de la entrega oficial de la Ciudad de Tacna, así acordaron que la firma de las actas se realizaría a las 2 de la tarde.

En la Plaza de Armas se ubicaron miles de tacneños deseosos de presenciar la llegada de los delegados chilenos y peruanos que iban a suscribir el Acta de entrega. Esta multitud esperó pacientemente todo el tiempo que duró la firma del documento, luego de ello la comitiva oficial peruana salió a la Plaza y se situó frente al edificio que había sido hasta ese momento la Intendencia. El principal acto era el izamiento del pabellón nacional en la casa que iba a ser de la Prefectura, pero la persona encargada de esta operación, encontró la driza malograda.

Al darse cuenta la multitud de este percance, un joven tacneño llamado Edgar Empson cogió la bandera y comenzó a trepar por la torre derecha de la Catedral; mientras ascendía, todos seguían al escalador alentándolo. Al llegar a la cumbre, desplegó el pabellón nacional en medio de un aplauso interminable; en todos los rostros se advertía una sensación inexplicable, plena de emoción y satisfacción al ver que se coronaba uno de los anhelos más acariciados, la multitud contagiada de intensa alegría, coreó el Himno Nacional con unción indescriptible, casi mística.

*Extractos de: http://fichashistoricas.blogspot.pe/2013/08/reincorporacion-de-tacna-al-peru.html
agosto, 2013, Roberto Mendoza

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