mar limite sur peruPor Rocío Ferrel

—Fuerzas militares del Perú deben tomar posesión de áreas recuperadas apenas se anuncie el fallo favorable para evitar una nueva humillación militar

—El principal objetivo de Santiago es convencer a traidores peruanos para que acepten que por ser vencedor de la guerra de rapiña de 1879, Chile tiene el derecho de tomarse tiempo para salir de tierra y mar que usurpa

En vísperas de conocerse el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la delimitación marítima entre Perú y Chile, en forma muy clara las autoridades chilenas, incluyendo el presidente Piñera, políticos y militares manifiestan que si el fallo es favorable al Perú, tomaría tiempo aplicar la sentencia, no se podría hacer inmediatamente, dicen.

Mientras tanto, del lado peruano lo que oímos son declaraciones timoratas y conciliadoras, que con toda razón envalentonan al país ladrón del sur. Tímidamente, el presidente Humala dice que el fallo debe cumplirse, no solo acatarse.

Como están las cosas, en virtud de la corrupta política de “cuerdas separadas”, el Perú queda sin ningún elemento de negociación o de presión, sujeto a la buena voluntad de Chile, que retiene prenda territorial, se ve con el problema de calmar a sus pescadores y empresarios que ya se acostumbraron a vivir robando los recursos pesqueros del Perú, y especula sobre si acatará o no la sentencia e inicia el movimiento de su armada, por si acaso alguien dude de su intención de asustar a quien quiera asustarse.

Conocida estratagema chilena: dilación y burla

Parecería que el presidente Ollanta Humala no lee libros de historia y cree que con simples declaraciones y con la facilitación de las inversiones chilenas se va a aplacar el afán de robo y dominación de los chilenos. Gravísimo error.

Desde antes de la invasión de 1879, Chile se ha caracterizado por no cumplir los tratados que no le son ventajosos; e incluso en los que le son favorables maniobra para obtener todas las ventajas posibles.

Como veremos, ante obligaciones derivadas de un tratado que firma, lo que siempre ha sucedido es que Chile ha dado largas al asunto, enredando las cosas hasta que los peruanos se cansen y aparezcan corruptos y cobardes que acepten lo que Chile quiere.

Por esta razón, es inaceptable que el gobierno de Ollanta Humala caiga en el viejo y conocido juego que quiere imponer Chile, de negociar una retirada, de inmovilizar las acciones mientras cada país modifique o produzca la legislación pertinente, etc.; nada de eso está contemplado en las sentencias de La Haya, que son de ejecución inmediata. Con la demora que desea imponer, Chile busca lograr un acomodo que le otorgue ventajas. Y de entrada debemos aclarar que si Chile por orden de la CIJ sale del mar que ocupa, no está entregando al Perú mar chileno; simplemente estaría retirándose de un mar que desde el primer momento sabía que pertenece al Perú; de igual manera, al salir de las cuatro hectáreas de Tacna, Chile está devolviendo territorio peruano.

No debemos reconocer a los delincuentes nada, porque lo hacen obligados por la ley.

Antecedentes

En la desgraciada historia de nuestras relaciones con Chile, signadas por derramamiento de sangre, asesinatos cometidos por Chile, terrorismo y robo territorial, hay suficientes ejemplos del incumplimiento chileno.

Tratado de Paucarpata. En 1837 Chile invade el Perú para destruir la Confederación Perú-Boliviana. Avanza la fuerza agresora chilena hasta Paucarpata, en Arequipa, pero al ver que el general Santa Cruz los esperaba listo, los chilenos se rinden y firman el 17 de noviembre de 1837 el tratado de Paucarpata, por el que Chile se compromete a no invadir el Perú. Al poco tiempo, el gobierno chileno desconoce el tratado y ataca nuevamente al Perú, esta vez con éxito en la batalla de Yungay (20 de enero de 1839), previa ocupación de Lima.

Tratado de Ancón. A poco de derrotar a la resistencia armada del Perú, Chile instala el gobierno títere de Miguel Iglesias, asalariado de Chile, quien con mucho gusto el 20 de octubre de 1883 firma el tratado de Ancón, entre cuyas cláusulas se contempla que la provincia peruana de Tarapacá (donde están Arica y el puerto de Iquique) pasa a poder de Chile y que el Perú pague a Chile 20 millones de pesos, para que la invasión chilena les salga gratis. Tacna y Arica quedaban bajo ocupación militar de Chile durante diez años, al cabo de los cuales la población en un plebiscito decidiría si deseaban pertenecer a Perú o a Chile. El plebiscito no se realizó ni en el plazo previsto ni después, porque Chile desató una campaña de asesinatos, deportaciones y hostilización que imposibilitaron la consulta popular. De esa manera se quedó con Arica

Tratado de 1929. Especulando con las dilaciones, Chile obligó al Perú a aceptar el tratado de 1929, porque durante años, con la complicidad de EE. UU., existía el problema de que los estadounidenses presionaron al Perú para que cediese a Colombia el Trapecio Amazónico (cosa que ocurrió), con la amenaza de lanzar por el sur a Chile si estallaba un conflicto con Colombia en el norte. Entre los incumplimientos chilenos de este tratado tenemos: a) negar hasta hoy la validez del punto Concordia y, en consecuencia, apropiarse de cuatro hectáreas de tierra tacneña y de sus 36 000 km2 de mar; b) no construir un muelle en las condiciones previstas en el tratado; c) apoderarse del terreno del Chinchorro, perteneciente al Perú.

Condicionamiento

Burlándose del Perú y en primer lugar del presidente Ollanta Humala, Chile sostiene que si el fallo es favorable al Perú, será imposible ejecutarlo de manera inmediata porque eso tomará tiempo. Con la experiencia que tenemos en tratos con Chile, existe la completa seguridad de que esa disparatada pretensión chilena de no retirarse inmediatamente de nuestro mar tiene varios propósitos, no solo continuar robándonos la pesca mientras dure la adecuación. Lo que desean los chilenos es crear una situación en la cual se vea que ellos en la zona son los que definen situaciones e imponen su voluntad y además tengan acceso “legal” a nuestros recursos ictiológicos, bajo el manto de “cooperación”, “integración”, “armonía”, “disfrute de la riqueza común”, etc. Todo eso porque Chile ya depredó su mar y hace lo mismo con el nuestro, en la parte usurpada, y piensa hacerlo en la parte no usurpada, como veremos en seguida.

Control chileno del mar hasta Lambayeque

En este punto, se hace absolutamente necesario que Ollanta Humala retire al Perú del convenio* de investigación “conjunta” —preparado ¡cómo no! durante el segundo mandato de Alan García y en ejecución en el actual gobierno— que permite al personal de la armada chilena meterse en lugares tan al norte como las islas Lobos de Tierra (Lambayeque) y, lo que es mucho más grave, somete a supervisión chilena la determinación de los volúmenes de pesca que se hagan en aguas peruanas. Así, ahora en el Sur cerramos la puerta para que no entre el ladrón chileno, pero ya se coló por la ventana con este traidor convenio, del que debemos retirarnos.

Es increíble que Ollanta Humala hable de soberanía nacional al mismo tiempo que acata ese ominoso y entreguista convenio totalmente favorable a Chile. Precisamente por esta obsecuencia que muestran los gobernantes, Chile se cree con la autoridad de imponernos condiciones cada vez que le da la gana

Advertencia

En esta situación en que se proyecta sobre el Perú la negra sombra delincuencial de Chile, siempre ansioso de robarnos territorio y mar, debemos recordar que el artículo 71.o de la Constitución vigente establece que los extranjeros no pueden adquirir ni poseer, por título alguno, minas, tierras, bosques, aguas, combustibles ni fuentes de energía, directa ni indirectamente, individualmente ni en sociedad”, lo que, aplicado a la línea de delimitación marítima que protege nuestra riqueza ictiológica, excluye la maniobra que Chile, utilizando los mecanismos de la Alianza del Pacífico, prepara con el fin de seguir robándonos la pesca mediante empresas pesqueras mixtas de capital chileno asociado a peruanos o extranjeros.

Lo decimos para que ningún empresario corrupto intente prestarse al robo que preparan los chilenos.

¿Sabe Ollanta Humala?

Que el presidente chileno diga que Ollanta Humala “sabe muy bien” que la sentencia no podría ejecutarse de manera inmediata da a entender —mientras no lo desmienta el mandatario peruano—que algo han conversado.

¿Cómo es posible que el presidente chileno pueda expresarse con aires de patrón mafioso o de chantajista? ¿El presidente del Perú es un subordinado o siervo del presidente de Chile para que este diga “sabe muy bien”? ¿Qué “sabe muy bien” Ollanta Humala?, ¿son órdenes o instrucciones que le dio Piñera? Si algo sabe o debe saber Ollanta Humala es que tiene la obligación absoluta de defender los intereses del Perú, sin preocuparse por las amenazas, insinuaciones o chantajes de ningún ratero.

Aspecto militar

Sea como fuere, siendo el fallo favorable al Perú, nos asiste la obligación de ejercer plenamente nuestros derechos, sin ninguna cortapisa ni condicionamiento del enemigo chileno. Consecuentemente, en el Sur nuestra fuerza armada debe hacerse presente en tierra y mar, para asegurarnos desde el primer día de que ninguna nave pesquera o militar de Chile entre en el mar que nos corresponde.

Nada de “medidas de confianza”, porque de quien menos podemos confiar los peruanos es del país que nos ha robado Arica y Tarapacá y que nos parasita. Es contraproducente confiar en la buena voluntad de Chile, país agresor del Perú.

No debemos dudar de la proclamada capacidad de los militares peruanos, que no deben olvidar la deuda de 23 mil peruanos que Chile asesinó en la guerra; ahora deben ponerse a defender nuestro territorio ante el país invasor.

A los militares peruanos les decimos que saquen de su cabeza los mensajes malignos que enseñan que los miles de peruanos que asesinó Chile no valen nada; decimos que sí valen y que nunca debemos olvidarlos.

Determinados medios de prensa y algunos políticos crean la imagen de que Chile es invencible y superior al Perú, lo cual no es cierto; los ladrones chilenos no pueden ser mejores que nosotros. Estamos en condiciones de mostrar fuerza militar y de usarla si es necesario. Si no lo hacemos ahora, ¿de qué nos sirve tener fuerza armada?, ¿para qué mantenemos a los militares? Por ejemplo, sería inaceptable y causa de enfrentamiento bélico que, conocido el fallo favorable al Perú, los chilenos vuelvan a capturar a pescadores peruanos en nuestro propio mar; más bien la Marina de Guerra del Perú deberá capturar y llevar detenidos a los pescadores chilenos que intenten pescar en nuestras aguas.

No actuar de manera decidida para hacer respetar la soberanía del Perú lanzaría al mundo la imagen de un país colonizado que teme contradecir al país que lo coloniza.

Chile debe sentir y entender que allí se respeta la autoridad del estado peruano, representado por su fuerza armada. ¡Los peruanos creemos que no se debe desperdiciar ninguna oportunidad de tener una fuerza armada triunfadora!

Para conocer un ejemplo de conducta digna en situaciones parecidas a las que enfrentamos, debemos ver el caso de Nicaragua y Colombia, enfrentadas en un problema de soberanía de áreas marítimas. En noviembre de 2012 la CIJ emitió una sentencia favorable a Nicaragua, que Colombia, con mayor fuerza militar que Nicaragua, se niega a acatar. Pero los nicaragüenses, que apenas tienen barcos patrulleros, desde el primer día han salido a hacer respetar el mar que les corresponde, sin preocuparse de que Colombia posee naves mucho más poderosas.

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* Leer Vergonzosa claudicación del gobierno: Chile pasa a controlar el mar de Grau y bloquea investigación científica del Perú

 

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