La vulnerabilidad de los más jóvenes junto con un entorno que premia la conducta extrema constituyen el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de este fenómeno. Para muchos preadolescentes, la obsesión por conseguir más “likes” está por encima de las consecuencias de cualquier acto, incluso si son autolesivas.
La idea de superar un reto, la expectativa de ser aceptado por los demás o la posibilidad de emular la "valentía" de alguien famoso, sumado al hecho de que todo ello ocurra en un entorno público, constituyen el caldo de cultivo ideal para que los más jóvenes se lancen "con los ojos cerrados" a los retos virales que circulan por las redes sociales, especialmente en TikTok e Instagram. "Los retos son situaciones difíciles o arriesgadas que no se sabe a ciencia cierta si podrán lograrse. En el ámbito de internet son especialmente cambiantes y variados, y mucha gente los sigue y los hace en muy poco tiempo, lo que atrae sobre todo a los jóvenes, que suelen tomárselo como un juego", apunta Irene Montiel, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del grupo VICRIM - Sistema de Justicia Penal, quien añade que "puede ser una forma muy rápida de conseguir me gusta y seguidores".
