María Isabel Rueda

Y ya lo están haciendo. Según uno de los asesores extranjeros contratados por el gobierno de Juan Manuel Santos, el fallo es inapelable.

Rafael Nieto Navia, el asesor de Colombia en la lucha contra el fallo de la Corte Internacional de Justicia que le regresó más de 75 mil kilómetros cuadrados a Nicaragua, considera que el fallo dado en La Haya es inapelable, y que lo único que puede hacer el país andino es esgrimir un recurso de interpretación para dejarla mal parada ante la comunidad internacional.

El diario El Tiempo [de Bogotá] publicó este lunes una extensa entrevista. Esta es la parte dedicada a las posibilidades de Colombia de revertir el fallo. 

—Dígame la verdad. ¿Tenemos alguna esperanza contra el fallo de La Haya?

En poder del Gobierno hay en este momento tres informes. El nuestro, el de Volterra Fietta y el de Arnold & Porter. El Gobierno tendrá que comparar qué dicen. Hay muchas coincidencias.

—¿Para modificar el fallo?

Es inapelable. Pero quedan los recursos de interpretación y el de revisión. El primero es para que la Corte explique las diferencias de interpretación entre Colombia y Nicaragua. El segundo depende de la aparición de un hecho nuevo. La Corte no es amiga de esas solicitudes. Se entra con una carga muy complicada por ese camino. Lo que no quiere decir que no se deba intentar. Mi posición personal es que el Gobierno debería elaborar una demanda de interpretación, con el propósito de mostrarle a la comunidad internacional en qué se equivocó la Corte, para dejarla mal. Porque la sentencia tiene problemas jurídicos muy complicados.

—¿Y para el recurso de revisión es alegable el contrato del canal?

El recurso es alegable, pero no por lo del canal, sino por otro motivo que no puedo explicar.

—¿Es cierto que la Corte está brava con Colombia porque ni al Gobierno ni a los colombianos nos gustó el fallo?

No por eso. Están molestos por las acusaciones de Noemí Sanín contra la juez china.

—La doctora Noemí no hace parte del Gobierno…

Pero está en la Comisión de Relaciones Exteriores y fue Canciller. Ellos saben más de lo que uno cree.

—De pronto lo que no sabe la Corte es que este es un país democrático y que la doctora Noemí y el exministro Ceballos son libres de pensar lo que quieran del canal y expresarlo…

Por supuesto. La Corte sabe eso. Pero el tema de la juez china los afectó y a ella con mayor razón; pero ya no le echan la culpa al Gobierno, que era lo grave.

—¿Por qué el Gobierno debe disimular su disgusto con el fallo?

Es natural que un Gobierno reaccione cuando lo golpean de esa manera. Siempre he creído en la justicia internacional, pero debo confesar que estoy un poquito desilusionado con la sentencia de Colombia.

—¿Un poquito?

Mucho.

—Supongo que, además de razones jurídicas, hubo muchas políticas…

No puedo hablar de eso. Solo le cito el ejemplo del fallo de La Haya sobre las actividades militares y paramilitares de EE. UU. contra Nicaragua. Ahí hubo mucha política metida en la Corte para decidir que EE. UU. no tenía la culpa, pero lo obligaron a indemnizar por el minado del golfo de Fonseca.

—¿Las razones políticas no son suficientes para irnos contra el fallo?

No tengo pruebas de eso. Desafortunadamente, no tengo libertad para contar ciertas cosas, pero recuerde que yo viví siete años en La Haya y conozco el medio. Soy amigo personal de Carlos Argüello, el agente de Nicaragua. Eso tampoco da pie para decir que yo esté defendiendo los intereses de Nicaragua.

—El señor Argüello lleva más de 23 años en La Haya garantizando la continuidad en todo el proceso.

Llegó en el año 88 y sigue ahí todavía como embajador. Mientras estuve en La Haya, entre el año 1997 y el 2003, hubo tres o cuatro embajadores de Colombia. Hay diferencias de estrategia. ¿La gente que mandaron, pregunto yo, era competente para estar en el medio donde se toman las decisiones?

—¿Colombia no se tomó muy en serio esto?

Sí se lo tomó en serio. Pero del fallo de La Haya tienen culpa los abogados extranjeros, no el equipo colombiano. En alguna oportunidad expresé dos opiniones. Que había que defender el meridiano 82 a como diera lugar, sin importar que la Corte hubiera dicho que no era límite. Decir que no nos movíamos de ahí. Colombia se corrió de eso en los escritos finales para presentar una línea media, lo que en mi opinión fue equivocado. 

Sugerí también decirle a la Corte que no podía tocar el tratado de límites marítimos entre Colombia y Honduras. No estoy revelando secretos. Mi opinión está publicada. Los abogados no quisieron hacer eso. Cuando leí la sentencia constaté que fueron dos fallas terribles de la defensa colombiana de las que no se puede culpar a los agentes colombianos, que estaban ahí acompañados por unas abogadas de la Cancillería, etc. O a Julio Londoño, que no es abogado. Ni a Fernández de Soto, que llegó tarde.

El Cronista Digital.com, Managua 02-07-2013

http://elcronistadigital.com/?p=20155 


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