La sagrada inversión
por Herbert Mujica Rojas
Cada vez que los pueblos reivindican su patrimonio —gracias a los contratos con seguridad jurídica, siempre en manos de transnacionales abusivas que predican que el azúcar es caro y el cholo barato— todas las administraciones gubernamentales desgañitan sus voces para proclamar que “no hay que espantar a las inversiones”. ¿Vienen éstas a hacernos un favor? ¿son la madre Teresa con saco, corbata, laptops, que llegan por la gracia de Dios —si existe tal— a hacer caridad con estos pueblos? El primer ministro Javier Velásquez acaba de incurrir en este lloriqueo y refiriéndose a los contratos de Camisea y su científica opinión asombra: “será un pretexto electoral”.