La visión quechua-lamas de las plantas medicinales: una enseñanza desde la selva alta del Perú (1)
Los modernos acostumbran llamar a las plantas medicinales como recursos al servicio del hombre. Esta manera de llamar a la cosas no parece ser universal. Los quechua-lamas del piedemonte amazónico consideran a las plantas como personas; aún más, las vivencian como si ellas mismas fueran una comunidad viviente. Con un recurso la relación es de dominio y explotación, pero con una persona la vinculación es más bien de conversación, de amistad. Cuando las familias nativas toman una planta, este diálogo íntimo entre planta y humano adquiere la sintonía del rito; esa unión profunda no sólo es entre planta y humano, sino entre deidades, humanos y naturaleza, al punto de que en el ceremonial de la ingestión de la planta es difícil establecer fronteras identidatarias para saber quién es quién. El humano es naturaleza y la naturaleza es humano. Esta comunión profunda permite a las comunidades nativas quechua-lamas renovar su relación con el bosque y sus espíritus, y a éstos, sentir nuevamente que su criador humano regenera la vida y la salud primordial de la foresta amazónica.