La versión oficial en relación a la masacre perpetrada en San Miguel del Ene, en el corazón del VRAEM, es desmentida por testigos y autoridades locales

Por Ricardo Velazco

En el pueblo de San Miguel del Ene, en el corazón del VRAEM, escenario de la masacre que se saldó con 16 muertos, los pobladores creen que la versión oficial del Ejército y de la Dircote apunta en la dirección equivocada. Acostumbrados a lidiar con las columnas senderistas de los Quispe Palomino, los dirigentes co­munales y las autoridades locales entrevistadas para este reportaje aseguran que la matanza no guar­da relación con el modus operandi de la organización narcosenderista.

 

velatorio matanza Vraem may 2021

Foto: La Repúbluca

 

“Parece que no se trata de Sendero porque un golpe de esa magnitud la gente de aquí no lo va a aceptar. Sería una declaración de guerra. Sería como darse un tiro a los pies, porque la gente se organizaría en todo Vizcatán e iría contra ellos, especialmente por las niñas a las que quemaron”, explica un inte­grante del comité de autodefensa que llegó a San Miguel del Ene la misma madrugada del crimen. Por motivos de seguridad, el hombre, de 56 años, pide que lo identifiquemos con el seudónimo de “Chirampari”.

Su versión coincide con las de los dirigentes comunales, los pe­riodistas y las autoridades locales entrevistados por esta publicación. Todos aseguraron que Sendero Lu­minoso no perpetra crímenes ma­sivos de estas características contra la población civil en la zona desde inicios de los 90. Por el contrario, los testimonios apuntan a una con­nivencia entre la población que so­brevive produciendo hoja de coca y los rezagos narcosenderistas.

“Esta es una zona muy convulsio­nada donde los narcoterroristas es­tán aquí. Caminan, andan y comen en la zona. La gente se refiere a ellos como los ‘tíos’ o ‘primos’ que a ve­ces pasan por ahí, pero los conocen y saben que son los guachimanes del narcotráfico. En este caso, por ­la información que hemos recogido, ninguno ha reconocido a los asesinos y nadie sabe qué ha pasado. Tienen la sensación de que esto ha sido planificado por extraños. Creen que han sido infiltrados”, asegura el periodista local Édgar Matienzo.

 

La versión oficialista

El Ejército, la Policía y la ministra de Defensa Nuria Sparch, sin em­bargo, insisten en apuntar a Sendero como el autor de los 16 asesinatos: ocho hombres, entre ellos dos menores de 17 años, y ocho mujeres, entre ellas dos niñas de uno y tres años, y una adolescente de 16. “Dos de los subcomandantes de la facción liderada por los Quispe Palomino han estado a cargo de esta sangui­naria intervención”, dijo la ministra en el Congreso el pasado miércoles 27. ¿La prueba que apunta al clan Quispe Palomino? Unos panfletos con la hoz y el martillo que habrían dejado los asesinos en los que se conmina a la población a no votar por Keiko Fujimori.

El comunero hace hincapié en otros detalles que no encajan con las incursiones de los remanentes terroristas a las comunidades. Subraya, por ejemplo, que los asesinos saquearon a las victimas después del crimen, llevándose incluso los celulares. “No creo que Sendero se haya querido llevar celulares porque podrían rastrearlos para ubicarlos fácilmente. La presencia de motos lineales tampoco coincide. Los senderistas caminan por el monte, no les sirven las motos. Y el modus operandi también es distinto. Cuando ellos vienen, reúnen a la gente del pueblo y dan con el objetivo que buscan. Pero así, barrer o arrasar, no”, señala el rondero.

Desde el lunes pasado, cuando se conoció la tragedia, el general Óscar Arriola, jefe de la Dircote, y el general César Astudillo, jefe del Comando Conjunto del Ejército, se han mantenido en la misma línea. Responsabilizan a los remanen­tes del grupo terrorista liderado por Víctor Quispe Palomino, alias “José”, cabecilla del “Militarizado Partido Comunista del Perú”, una facción escindida de Sendero Lu­minoso.

Los detalles de esta versión los dio la ministra de Defensa en el Parlamento. “¿Qué ocurrió el 23 de mayo? Alrededor de las seis de la tarde se conoció en el pueblo, según la información que hemos obtenido, que los delincuentes narcoterroristas ‘Carlos’ y ‘Ansel­mo’ ingresaron al centro poblado San Miguel del Ene preguntando si seguían funcionando los bares en el sector ‘La Playa’, lo que llaman la ‘cuchipampa, ubicados a las afueras del centro poblado, manifestando que realizarían una ‘limpieza”’, se­ñaló la ministra. Sparch aseguró que el ataque a los bares lo dirigió “Carlos”, que se produjo entre las nueve y diez de la noche y que los asesinos dejaron los panfletos antes de replegase a un poblado que está al sur de San Miguel del Ene.

“Chirampari”. el dirigente comu­nal que le concedió una entrevista en exclusiva al periodista César Taboada para esta publicación, subraya las inconsistencias de la versión oficial.

“A espaldas del pueblo hay un riachuelo al que le dicen ‘playa’ o ‘cuchipampa’. Es un riachuelo que separa a los dos bares, ambos alejados y sin casas a los costados. En el primer bar fueron ocho los liquidados, incluyendo a una mujer que estaba en el cuarto del local. En el otro mataron a los otros ocho”, cuenta el hombre.

Este comunero explica que fue en este local en el que los gatilleros se ensañaron con sus víctimas con particular violencia. “El segundo bar era alquilado por tres hermanas. Las dos menores eran las que tenían a sus bebés y estaban descansando en la habitación. Allí las mataron y las quemaron”, narra “Chirampari”, quien encontró los cuerpos acurrucados en la habitación.

El comunero se refiere a las her­manas Marcelina, Diane y Carmen Ochoa Ccahuana, naturales de Apurímac. Las tres mujeres llegaron a Vizcatán del Ene hace algún tiempo. Primero pusieron un negocio de co­mida y luego un bar donde también se ofrecía sexo a los clientes.

“Las dos sobrevivientes son de ese bar”, continúa Chirampari". Las mujeres pensaron, al escuchar los primeros disparos, que los pa­rroquianos estaban reventando cohetes.

“La sobreviviente con la que hablé estaba con uno de los clientes del bar”, explica Chirampari. Esta mujer recibió un tiro en una pierna y cayó al suelo. Cuando los victimarios asesinaron a su acompañante, el cuerpo le cayó encima. Ella aprovechó para hacerse la muerta y, dándola por muerta, los asesinos no la remataron.

“La información que hemos re­cibido es que han sido mercenarios contratados. Se habla de gente con porte militar y motos que han dado el golpe. Acá es innegable que hay presencia del narcoterrorismo y rei­nan las bandas organizadas, pero una atrocidad así, de quemar gente, yo no la he visto en los siete años que llevo aquí. Encima, dicen que no voten por Keiko. Acá hay algo raro que no nos cuadra”, dice uno de los dirigentes del Comité de Defensa del Mantaro.

“Parece que usaron dos tipos de armas, porque a algunos les dieron ráfaga y a otros los mataron con una pistola de calibre corto. Así murió el hombre que aparece en una fotografía sentado en una silla con una frazada encima. Los sobrevivientes aseguran que fueron tres personas y escaparon en motos lineales”, añade “Chirampari”.

La DIRCOTE ha señalado que dos testigos de la matanza han identificado al camarada “Carlos”, un “pionerito" que actualmente tiene 26 años, como el perpetrador del ataque. “Chirampari” relata que, efectivamente, la sobreviviente con la que él conversó le aseguró haber reconocido a uno de los masacradores. Pero el relato difiere del ofrecido por los militares. Lo que la mujer le contó a él es que vio al asesino el día anterior merodeando el pueblo junto a otro sujeto y montado en una moto.

“Un día antes, la chica se cruzó cerca del bar con un individuo que describe como moreno, más o menos alto y chapado [musculoso]. Lo acompañaba otro hombre. Cuando en la balacera a esta chica le cae el disparo, reconoce a esta misma persona que había hecho el reglaje”, cuenta el entrevistado. El comunero también recogió el testimonio del dueño de una tienda del pueblo que ese día “le había vendido combustible a un par de desconocidos”. Nunca se había registrado un ataque senderista que empleara motos. Las columnas entran y salen de los poblados atravesando el monte y normalmente montan anillos de seguridad.

El comunero hace hincapié en otros detalles que no encajan con las incursiones de los remanentes terroristas a las comunidades. Subraya, por ejemplo, que los asesinos saquearon a las victimas después del crimen, llevándose incluso los celulares. “No creo que Sendero se haya querido llevar celulares porque podrían rastrearlos para ubicarlos fácilmente. La presencia de motos lineales tampoco coincide. Los senderistas caminan por el monte, no les sirven las motos. Y el modus operandi también es distinto. Cuando ellos vienen, reúnen a la gente del pueblo y dan con el objetivo que buscan. Pero así, barrer o arrasar, no”, señala el rondero.

“Chirampari” también llama la atención de un detalle que ha pasado inadvertido o que ha sido minimizado por los medios de comunicación. “Esa noche el comité de autodefensa no pudo patrullar porque no había luz ni señal de celular. Eso sucede cuando hay un operativo de las Fuerzas Armadas. Cortan las líneas para que la gente no pueda bloquear el operativo”, dice.

El comando señala que también recogió información sobre la vía de escape que usaron los asesinos. “Algunos testigos han señalado que los autores se habrían fugado hacia el poblado de Tununtuari, a una hora de acá. De allí habrían continuado hacia el Valle Esmeralda. Y en esa zona hay un solo lugar para cruzar el río. Al otro lado está una base militar”, indica.

Parte del relato contado por “Chirampari” es confirmado por Édgar Matienzo, director de “Radio La Ruta”, y que ha relatado para la BBC qué sucedió el domingo pasado en el VRAEM. “San Miguel del Ene es un pequeño poblado donde no habitan más de 400 personas. Acá la gente es netamente agricultora, se dedica al cultivo de la hoja de coca. Obviamente la mayor parte de estas hojas de coca son vendidas al narcotráfico. Es un pueblo pequeño donde los fines de semana los agricultores salen a divertirse, toman y luego a descansar. Esa es la rutina. La gran mayoría viene a trabajar desde otros lugares como Huancayo, pero todos se conocen. Saben quién tiene chacras y cuánto personal emplean”, dice el periodista.

 

keiko fujimori 121 fernando rospiglliosi 1

 

 

Tampoco acata la versión oficial el juez de paz Leónidas Casas, un excandidato del Frente Amplio. Casas fue uno de los que puso la primera denuncia ante la policía por la matanza la mañana del lunes 24 de mayo. “Yo llevo treinta años viviendo en el distrito, desde los 90. Hemos pacificado esta zona. El señor alcalde y yo conocemos la realidad. A mí personalmente la versión de que fue Sendero Luminoso no me cuadra”, dice Casas.

Alejandro Atao, el alcalde del distrito, de Fuerza Popular, tampoco cree en la versión del Ejército. “Es la primera vez que veo una cosa así. Estos hechos yo los escuchaba en los 80 o 90, pero a partir de los 2000 hasta ahora no se había escuchado. No había habido ningún golpe de los Quispe Palomino hasta ahora”, afirma Atao.

El juez Casas señala que los únicos problemas recientes que ha tenido la población fueron con los militares y la policía. Y da detalles de ambos incidentes. El pasado 15 de mayo agentes de la comisaría de Natividad, la más cercana a San Mi­guel del Ene, se enfrentaron con vecinos de la zona y un poblador acabó muerto de un disparo. “Lo otro es que hace una semana miembros de la Marina ingresaron al poblado de San Juan del Mantaro porque su­puestamente había narcoterroristas, pero se dedicaron a disparar al aire, a meterse a las tiendas a llevarse todo, a llevarse celulares y todo el dinero. Asustaron a la población”, dice el juez.

“La información que hemos re­cibido es que han sido mercenarios contratados. Se habla de gente con porte militar y motos que han dado el golpe. Acá es innegable que hay presencia del narcoterrorismo y rei­nan las bandas organizadas, pero una atrocidad así, de quemar gente, yo no la he visto en los siete años que llevo aquí. Encima, dicen que no voten por Keiko. Acá hay algo raro que no nos cuadra”, dice uno de los dirigentes del Comité de Defensa del Mantaro.

“Los comuneros que viven cerca nos han dicho que podría ser una venganza relacionada al narcotrá­fico", dice Ángel Valerio, presidente de la Central Asháninka Rio Ene (CARE).

Consultados sobre los panfle­tos, los comuneros apuntan que tampoco responden al estilo de los senderistas.

“¡Pueblos del VRAEM y del Perú, basta de cuchipampas, hay que empezar a limpiar! ¡Basta de males sociales! ¡Pueblo peruano: boicot a las elecciones burgue­sas, porque no es tu camino: no ir a votar. Votar en blanco. Votar en nulo o viciado!” son algunas de las consignas impresas en el documento. El panfleto también menciona a la lideresa de Fuerza Popular: “¡Quien vote a favor de Keiko Fujimori es traidor, es ase­sino del VRAEM, es asesino del Perú! ¡Pueblo peruano: nunca más fujimorato! ¡Nunca más Fujimori, nunca más Keiko Fujimori!”, dicen las hojas.

“Los dueños del bar nunca me informaron de amenazas. Esos panfletos los pudo dejar otro grupo criminal para culpar a Sendero”, dice el alcalde Atao. Nélyda Man­cilla, prefecta del distrito, también niega las amenazas que mencionó el ejército: “No estoy enterada de que haya habido alguna amenaza contra los bares. Nosotros nos sen­timos muy indignados porque no se han hecho las investigaciones y ya se están afirmando cosas como si hubieran ocurrido”.

“Nosotros ya somos viejos, no van a venir a engañamos con esos panfletos. Estos volantes siempre los utilizan todos los delincuentes para desviar la atención”, dice, por su parte, el juez Casas.

Entre los dirigentes locales tam­bién sospechan de los panfletos. “Dejaron unos panfletos, pero no concuerdan en su forma de expre­sarse. Son muy vulgares al decir directamente que no voten por Keiko. Nosotros estamos acostumbrados a recibir ese tipo de panfletos. Es otro el lenguaje que emplean”, señala el comunero que pide su anonimato.

El rédito político

Y mientras en el VRAEM la población todavía no logra en­tender qué sucedió en San Mi­guel del Ene, en Lima el crimen encajó como anillo al dedo en la campaña de Fuerza Popular y los sectores radicales que llevan cua­tro semanas vinculando a Pedro Castillo y a Perú Libre con Sen­dero Luminoso.

El domingo pasado en la no­che Rospigliosi fue el encargado de defender el plan de seguridad ciudadana durante el debate de los equipos técnicos. El exmi­nistro de Toledo puso especial énfasis en el VRAEM y prometió “exterminar a los narcoterroristas del VRAEM en los primeros seis meses”, de llegar Fujimori a Palacio. Horas después también dio la primicia de la matanza, cuando ni siquiera los medios de comunicación tenían noticia del sanguinario evento. Cuestiona­do sobre el asunto, el hoy asesor de Fujimori aceptó que la información la habla obtenido de la propia policía. ¿Desde cuándo la sabía?

El pasado 11 de mayo Perú 21 hizo público un audio, pre­suntamente de la camarada “Olga”, mano derecha de “José”, en el que la terrorista decía que “quien emita su voto a favor de Keiko Fujimori es traidor, es cómplice de genocidas y corrup­tos”. En el mismo reportaje se afirmaba que Perú Libre y Vladimir Cerrón mantienen “una especie de convenio" con los Quispe Palomino desde 2010.

El pasado 20 de mayo el por­tal “El Foco” hizo público que la Dircote está dando charlas en comisarías del norte del país a la ciudadanía. El tema de los “se­minarios” es el terrorismo de los 80 y los "rebrotes" que estarían sucediendo actualmente.

Dos días después, la periodis­ta Milagros Leiva presentó en su proclama de Wíllax al reservista Eddy Villarroel, que aseguró que el líder narcoterrorista “José" financió el partido de Cerrón. Villarroel es un personaje estra­falario del que dimos cuenta al­guna vez en esta publicación.

Aunque el papel más llamati­vo en la campaña “antiterrorista” fue el de Femando Rospigliosi, jefe del equipo técnico para temas de seguridad ciudadana del fujimorismo.

El domingo pasado en la no­che Rospigliosi fue el encargado de defender el plan de seguridad ciudadana durante el debate de los equipos técnicos. El exmi­nistro de Toledo puso especial énfasis en el VRAEM y prometió “exterminar a los narcoterroristas del VRAEM en los primeros seis meses”, de llegar Fujimori a Palacio. Horas después también dio la primicia de la matanza, cuando ni siquiera los medios de comunicación tenían noticia del sanguinario evento. Cuestiona­do sobre el asunto, el hoy asesor de Fujimori aceptó que la información la habla obtenido de la propia policía. ¿Desde cuándo la sabía?

De acuerdo a fuentes policiales, para ese momento la infor­mación habría estado en poder de la oficina en el VRAEM de la Dirección General de Inteligen­cia (DIGEMIN) del MININTER, controlada por el oficial PNP Carlos León Atencia, hijo del actual viceministro de Orden In­terno, Carlos León Romero. Las fuentes señalan que días atrás dicho grupo también tenía en su poder el audio de la camarada “Olga” que llegó a Perú 21.

“Los grupos terroristas lo que buscan es paralizarnos, es ge­nerarnos miedo y nosotros no debemos permitirlo. Le doy mi total respaldo a las Fuerzas Ar­madas y Policía Nacional para reestablecer el orden [...] Esto además coincide con las filtraciones de algunos audios de una camarada días atrás”, declaró Keiko Fujimori. Parecía estar pensando en las nuevas encues­tas.

 

Hildebrandt en sus trece, Lima 28-05-2021

 

 

Elección de las víctimas

Quienesquiera hayan cumplido el encargo, con mucha probabilidad de la derecha, de perpetrar esta masacre evitaron el efecto psicosocial de que las noticias dijeran que se ha matado a campesinos o madres de familia. Por eso escogieron la zona de bares y burdeles, sujeta a censura y crítica social y familiar, donde matar a los habitúes disminuye el impacto social, puesto que aunque la muerte de toda persona es llorada por su familia, también es cierto que borrachos, prostitutas y putañeros nunca son bien vistos por sus familias.

[Nota de Con nuestro Perú]

 

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